Noemí está orgullosa de hacer sombreros en San Pancho, que sabe se venden por todo el mundo; los usan los vaqueros, gente del campo, artistas, políticos, jóvenes y damas. Sus labores son la colocación de la etiqueta de origen y dar los toques del adorno.

Hace más de 180 años comenzaron a tejerse los primeros sombreros en esta tierra, entonces destinados a la gente que pasaba jornadas expuesta al sol. Hoy están en aparadores de Estados Unidos, Europa, Centroamérica, Sudamérica y Oceanía.

Rollos de piel, papel arroz, telas y trenzas de palma rodean a Noemí, en la fábrica JRochaV. Su trabajo parece sencillo, por la armonía con que pasan de una tarea a otra, en las que se cuida cada detalle.

Los sombreros gustan, van con la moda y con las tendencias de la música y de personajes famosos, dicen sus fabricantes, los que han diversificado su oferta con más de 300 modelos en diversos materiales.

Está el usado para bailar “La Quebradita”, de estilo vaquero; el que llevaba Joan Sebastián, “de horma original”; el casual del tema “Toda la Vida”, que utilizaban Emmanuel y Franco; el vaquero de Los Tigres del Norte, el que luce Pancho Barraza; los de charro y vaquero que acostumbra Vicente Fernández, y los que llevan los gruperos.

El ex presidente Vicente Fox, quien tiene su rancho en este municipio, los porta con frecuencia. En sus visitas a México, los papas Juan Pablo II (1990) y Benedicto XVI (2012) recibieron como obsequio sombreros charros hechos aquí, en San Francisco del Rincón, ubicado en la zona metropolitana de León, Guanajuato, donde sobresale la escultura de El Tejedor, emblemática de la actividad económica tradicional.

Artesanal

María Trinidad Rocha Sánchez, lider de la Asociación de Sombrereros, y su hermano Jaime Alberto, son la cuarta generación de la familia Rocha, fabricantes de la prenda; hace más de siglo y medio su bisabuelo fue pionero del sector. María afirma que San Francisco del Rincón es el número uno en producción. “Somos Capital Mundial del Sombrero”.

Esta ciudad exportó 1.6 millones de piezas de sombreros en 2016, de un total de 1.9 millones registradas a nivel estatal por la Coordinadora de Fomento al Comercio Exterior (Cofoce) del gobierno del estado.

El 95% de la manufactura local se envía a otros países; el resto se desplaza en el mercado nacional, sobre todo a los estados del norte, el Pacífico, sureste y Golfo.

Jaime Alberto, generador de la marca Rocha Hats, dice que el fabricante de sombrero es prácticamente un artesano. En la elaboración algunos procesos son con maquinaria, pero en la mayoría se ocupa la mano de obra.

En su fábrica, producen 12 mil sombreros al mes, con la contribución de 25 trabajadores. Del total de las piezas, 95% se va al extranjero, sobre todo a Dallas, Texas, de donde se reparten a Pennsylvania, California, Miami, Washington, Chicago y otros estados de la Unión Americana.

Además del sello “Hecho en México”, Rocha Hats lleva el distintivo “Marca Gto” y forma parte de la “Marca Colectiva Sombreros San Pancho Pueblos del Rincón”, creada por cuatro industriales de San Francisco del Rincón y uno de Purísima del Rincón.

Tienen un catálogo con decenas de modelos diferentes: sombrero de playa, de vestir, vaquero, charro, casual en lona, fieltros, papel arroz, piel, pelo, lana y palma. También los hay en miniatura como souvenir y para acompañar la identidad de otros productos, como los tequilas, tractores, o destinos turísticos, como Cancún. Además fabrican sombreros de fantasía y personajes de ciencia ficción.

El proceso

En un sombrero de dos piezas, que es de lona o de papel. Llegado el rollo, se corta en cuadros, se entalla, se hace un ‘globito’ para formar la parte de la copa. Se corta, se pega y se alambra; luego viene el sellador y la pintura. Nuevamente se mete a la horma y se le da su toque final: su brillo. La campana no se hace en San Pancho, se importa de Bolivia, Colombia y Checoslovaquia.

“Hay de pelo de conejo, pelo de castor, grado dos o uno [tejido delgado y fino de papel arroz procedente de China, que pesa menos]; todo ese tipo de sombrero es el caro. Tenemos uno muy económico de palma o algunas lonas. Por ejemplo, un sombrero de palma anda alrededor de 10 y 12 pesos; el de chinchilla en 2 mil o 3 mil pesos”, señala María Trinidad. La chinchilla castor es un animalito al que se le rasura el pelo, se va compactando y queda muy finito, es el que se usa en el sombrero de lujo.

En el exhibidor de una tienda de venta al menudeo, la empresaria muestra que un modelo se fabrica en varios tonos; “como el sombrero de moda, que es de flor, lo refilamos en lila, fucsia, rojo y rosa. Es el mismo material, pero es otro color, con otro adorno”. Los estilos van cambiando, “mi padre me dice: ‘¿Pero para qué lo enchuecas?’, pues es que ahora así lo quieren papá’; son modas que van saliendo y pues hay que irnos acoplando a lo que la gente pide”, menciona la mujer.

Su padre, Jaime Rocha Valadez, cumplirá 90 años este abril, recuerda que nació en los sombreros, como su padre, Juan Rocha López y su bisabuelo Manuel Rocha, y ahora sus hijos han seguido la herencia.

Antes, comenta, la gente usaba más sombrero en el país, hoy muchos prefieren las cachuchas. Para bien de la industria mexicana, en Estado Unidos los sombreros se mueven bien.

Tratado de libre comercio

La industria del sombrero, considerada la segunda actividad económica de San Francisco del Rincón, precedida por la fabricación de calzado deportivo, conquistó el mercado internacional. De 100% de sombreros que hay en el mundo 80% está hecho en San Pancho, asegura María Trinidad, líder de los sombrereros en el estado.

Al sector le preocupa la renegociación del Tratado de Libre Comercio que les abrió las puertas a Norteamérica porque advierte que le afectaría la imposición de modalidades de restricción, y porque “el mercado nacional está muy caído”, afirma Jaime Alberto Rocha.

En 2016, las exportaciones de 31 industrias llegaron a 23 países, con la generación de 14 millones 754 mil 218 dólares; de esa cifra, San Francisco del Rincón tuvo 13 millones 43 mil 860 dólares y el municipio de Purísima del Rincón un millón 435 mil 500 dólares; el resto en León, Irapuato y Silao, según datos de la Secretaría de Desarrollo Económico de Guanajuato.

Detalla que del total de sombreros fabricados en el estado, 83.13% se vendieron en Estados Unidos; 4.60%, Guatemala; Brasil, 4.08%; Canadá, 3.08%; Australia, 1.08%; Alemania, 0.99%; Nicaragua, 0.85%; Honduras, 0.80%; Colombia, 0.48%; El Salvador, 0.21%, y en otros países fueron 0.89%.

En el extranjero a la gente le gusta el sombrero de San Pancho, aprecia que tiene “mejor calidad que el que se produce en Estados Unidos o Canadá, principalmente por el tipo de materiales utilizados para endurecer el sombrero, que los hace más durables”.

Jaime Alberto Rocha describe que “aquí aún se trabaja con algunos solventes y en Estados Unidos no les permiten utilizarlos, tienen que trabajar con materiales base agua: son más difíciles de secado, son menos durables, por eso es que prefieren nuestro producto.” En Michoacán se elabora sombrero de palma al igual que en la Sierra de Puebla, donde también ocupan otros materiales. En la Ciudad de México también los fabrican en lana y pelo.

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