A pocos meses de cumplir cinco años de haber perdido la máscara en la Arena México , mucho ha cambiado en la carrera del Súper Comando. No hay más Arena México en sus noches de , tampoco suele hacer equipo con su hermano el Artillero; es más, éste hasta cambió de nombre de batalla.

Así que Gustavo Torres tuvo que reinventarse, primero emigró a Estados Unidos, allá se refugió para aliviar el dolor por la identidad perdida. El tiempo camuflajeó esa herida y regresó para encarar el reto de ser luchador independiente.

Un mundo celoso que a pocos recibe, es más difícil si llevas la etiqueta de haber sido parte de una gran empresa, prácticamente es como empezar de cero, y el Súper Comando lo hizo. El tiempo cicatrizó la herida provocada en su alma al perder su incógnita, y el tiempo también lo premió con oportunidades que pensó ya no tendría.

La pandemia detuvo su camino, pero la pandemia también lo regresó a las bases, a ser un luchador con hambre de volver y descubrió en su panorama una puerta que hace tiempo había cerrado, la de compartir los conocimientos que ha adquirido a las nuevas generaciones.

Respetar a la lucha libre fue lo primero que aprendió en casa, viendo a su padre, el Príncipe Odín, ejercer una profesión que más tarde confirmó que no era para cualquiera, gracias a la rigidez con la que Tony Salazar pulió su trabajo en la escuela de la Arena México.

 

Así que tomar el rol de ‘maestro’ no es algo sencillo para él, y aunque no desconoce la faceta está ansioso por iniciar una nueva aventura, a partir de este viernes, en el Centro de Alto Rendimiento, The Crash, en el municipio de Ecatepec, Estado de México.

“No es la primera vez que tendré un grupo de entrenamiento, esta vez la diferencia es que me ofrecieron entrenar alumnos a manera de visoría, para que pasen a formar parte de las funciones de Fuerzamanía y del CAR The Crash, será una buena experiencia, puesto que mi trabajo será expuesto casi de inmediato”, valora.

Tiene claro que la mayor cualidad como instructor debe ser el respeto a la profesión que ha desarrollado gran parte de su vida, “partiendo de ahí todo vendrá por añadidura, si lo primero que inculcas es el respeto, tienes medio camino avanzado. Espero jóvenes con hambre de ser alguien en este deporte, dispuestos a aprender. Que tengan la disciplina y disposición para crecer, les pido que confíen en mi y en lo que les puedo transmitir, con mas de 20 años en esto, seguro algo les puedo dejar”.

Consciente de lo que puede ofrecer, fue claro al tomar el proyecto. “No me interesa hacer luchadores de un día para otro, tampoco tener un grupo lleno por cantidad, sino por calidad, es lo que buscaré en esta ocasión”. Todo inicia este viernes a partir de las 18 horas y el Súper Comando está listo para el reto.

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