El futbolista argentino cumple hoy 35 años. Desde su debut en Primera División allá por 2003, “La Pulga” maravilla a propios y extraños con su manera única de jugar este deporte. Mucho antes de convertirse en la estrella mundial que es, este jugador rosarino ya mostraba destellos de crack en las infantiles de Newell’s Old Boys y, más adelante, en “La Masía” del F.C. Barcelona . Su habilidad era tan evidente que el presidente de la AFA, Julio Grondona, organizó un partido con la selección argentina para que no fuera seducido por España, que ya lo había citado para la Sub 17.

Obsesionado con ser siempre la mejor versión de sí mismo, Messi alcanzó en 2009 la cúspide del planeta del futbol. Antes, aún como diamante en bruto, había debutado en una Copa del Mundo con “La Albiceleste”, había ganado su primera Champions League (en un rol secundario) y había conquistado la medalla dorada en los Juegos Olímpicos de Beijing 2008. Con el tiempo, pasó de ser un futbolista virtuoso a un animal competitivo. Y en eso, tuvo mucho que ver Pep Guardiola, el entrenador que lo acompañó en su camino hacia la cima de los mejores.

Con el director técnico español desde el banco de suplentes, Messi tomó el control del equipo catalán dentro del campo de juego. Ya con la 10 en la espalda, y sin la omnipresencia de Ronaldinho, Leo entendió que era su momento y no lo desaprovechó. En la primera temporada de Pep, el equipo ganó su primer sextete y cambió para siempre la historia del futbol moderno. Con el juego de posesión como bandera y en un plantel plagado de futbolistas surgidos en la cantera del club (como Víctor Valdés, Carles Puyol, Gerard Piqué, Sergio Busquets, Xavi Hernández y Andrés Iniesta), el argentino se transformó en “la frutilla del postre”: ese mismo lugar que Diego Maradona esperaba que el rosarino cumpliera en la selección.

A partir de la temporada 2008/2009, los números de Messi empezaron a tomar carácter supersónico y el equipo de Pep despertó adhesiones entre hinchas de todo el mundo. Al mismo tiempo, los directores técnicos empezaron a ver en Guardiola a un referente. Entonces, se empezó a imponer -y a valorar-, el juego asociado y la importancia de ganar con pretexto. El crack argentino se había convertido en el superhéroe de una constelación de galácticos con cara de oficinistas.

Sin embargo, como todo superhéroe, tuvo su némesis. En esa misma temporada, Cristiano Ronaldo llegó al Real Madrid y, a fuerza de goles, potencia y tenacidad, pasó a simbolizar la zanahoria ideal. Ambos se alimentaron entre sí. Por eso, es imposible entender a uno sin el otro. Para muestra, basta un dato: entre 2008 y 2018, Lionel y CR7 se repartieron sucesivamente el premio Balón de Oro al mejor jugador del mundo. Más allá de esto y de que la indudable diferencia entre los perfiles públicos de ambos fue un aditivo perfecto para ficcionar una “enemistad” entre ellos, afuera del campo de juego, siempre se profesaron respeto, y hasta se adeudan una comida. De hecho, el hijo mayor de Ronaldo, Cristiano Jr., es un confeso admirador de la obra del argentino.

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Tras la salida de Guardiola, llegó una época de transición en la vida profesional de Messi , pero aún así siguió ganando títulos con el equipo culé. Pese a que se trate del rey del futbol indiscutido en el viejo continente, la sociedad futbolera argentina siempre miró de reojo al chico que, con solo 12 años, tuvo que migrar a España para someterse a un tratamiento hormonal que soportó estoicamente. Su carácter tímido, su mirada asesina y una personalidad que no se permite estridencias, fueron los cimientos de la pared que se levantó durante largo tiempo entre algunos sectores de la prensa y la hinchada albiceleste con el crack. Ese muro recién se quebraría en 2021, cuando la selección argentina dio el golpe en Brasil y, de la mano de Messi, rompió su maleficio de 28 años sin títulos al coronarse campeón de la Copa América .

Y siguió creciendo. Con Barcelona, conquistó un nuevo triplete acompañado de sus compinches Luis Suárez y Neymar Jr., pero tras la salida del brasileño (aunque sus rendimientos individuales siempre fueron superlativos), el club catalán no logró volver a conquistar la Champions League. En ese contexto, un salario “impagable” eyectó a Leo del equipo de su vida en 2021. Desde entonces, viste la camiseta del PSG y sigue con expectativas por cumplir. Lo antecede su propia leyenda.

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