La pelea entre Deontay Wilder y Tyson Fury es la más atractiva en lo que va de 2020. Será la revancha del primer combate que terminó en empate, se enfrentarán dos noqueadores y la pelea pondrá fin a una guerra de declaraciones entre ambos púgiles que se ha extendido en los últimos meses.

Pero el choque también reabre el debate sobre la salud mental. Wilder dijo, en reiteradas ocasiones, que le gustaría matar a un rival en el ring; mientras que Fury pensó en suicidarse y posteriormente aceptó que sufre bipolaridad y trastorno maniaco-depresivo.

Wilder está dando focos de que sus impulsos están descontrolados y que necesita que un especialista lo aborde”, opina Diana Sosa, psicóloga del Consejo Mundial de Boxeo. “Fury es un paciente diagnosticado y seguramente medicado. Son dos boxeadores que deben atender su salud mental. Cuando el CMB detecta estos antecedentes, les sugiere que asistan a un protocolo de psicoterapia”.

La sugerencia se les da a los púgiles, generalmente, antes de sus peleas. Sin embargo, al no ser obligatorio, pueden declinarlo. “Es responsabilidad de ellos tomar esta ayuda”, agrega Sosa.

La salud mental parece un tema menor para los organismos que rigen el boxeo. Sólo el CMB tiene un programa visible de este tema en su página, mientras que la AMB, OMB y la FIB, no cuentan con él.

“En casos sensibles como el de Wilder y Fury se insiste más para que vayan al protocolo de psicoterapia”, agrega Sosa.

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