Ahí, en el pequeño túnel del estadio Carlos Tartiere de Oviedo, el defensa central chileno Elías Figueroa sabía que haría historia tan pronto se escuchara el silbatazo inicial del árbitro uruguayo Juan Cardellino.

Férreo en la marca y bueno en el juego aéreo, el entonces jugador del Colo Colo sabía que aquella tarde del 17 de junio de 1982 marcaría un hito en la historia de los Mundiales.

No tenía que ver con participar por tercera vez en el máximo evento futbolístico del orbe o portar el gafete de capitán. Al disputar el choque con Austria, se convertiría en el primer —y hasta ahora único futbolista— que disputa un Mundial teniendo nietos.

“[Me casé] a los 15 años [de edad] y mi hija a los 18. ¡Esto ahora ya no pasa!”, dijo el también ex entrenador, en entrevista con el diario español As, previo a la edición Sudáfrica 2010. “El mejor título de mi carrera son mis 47 años de matrimonio.

“Tengo dos hijos y cuatro nietos... Y quedo a la espera de que me hagan bisabuelo... Y sí, no conozco a otro futbolista que haya jugado siendo abuelo en la historia de los Mundiales. Tal como está el mundo, esa corona es mía para rato”.

No se equivoca. Se trata del único futbolista que disputó el evento con el que todos sueñan sabiendo que ya era abuelo.

Fue presa del escarnio de sus compañeros, ya que la mayoría sólo tenía esposa y unos cuantos hijos. Todos, bastante pequeños.

La concentración de la selección chilena en España 1982 tuvo la peculiaridad de contar con un futbolista que hablaba a casa para intentar charlar con su nieto. Muchos de los otros jugadores considerados por el entrenador Luis Alberto Santibáñez buscaban entrar en contacto con su mujer o hijos; incluso, algunos con sus padres o hermanos, pero sólo Figueroa buscaba a un pequeñín que era hijo de su hija.

Chile perdió sus tres cotejos de la primera fase y volvió pronto a casa, aunque con una anécdota que ha quedado para la posteridad en la historia del certamen más importante del balompié.

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