El septiembre pasado, se conmemoraron los 150 años de la publicación de una de las obras más influyentes que se han escrito, me refiero a El Capital de Karl Marx. En dicho texto, idolatrado por muchos, odiado por otros tantos, Marx explica el funcionamiento de la economía capitalista, mostrando una capacidad de análisis que ha llegado a ser catalogada como genial. Y es que, aunque sus ideas sean controvertidas, se debe de reconocer que es uno de los grandes pensadores de la historia contemporánea.

A pesar de que las ideas de Marx sobre economía política han sido ampliamente difundidas, análisis que dictaba sobre diversos temas se han perdido entre prólogos de libros, artículos en periódicos antiguos y cartas poco difundidas. Uno de esos temas es el crimen, al respecto existe un texto publicado en el New York Daily Tribune el 16 de septiembre de 1859, posteriormente incluido a modo de apéndice en “Teorías de las plusvalías” (1861-1863) bajo el título “Concepción apologética de la productividad de todas las profesiones” y finalmente reeditado por la editorial Sequitur y nombrado como “Elogio del crimen” (Marx, 2010).

A continuación, me permito retomar algunos párrafos sobre el mencionado texto:

EI filósofo produce ideas, el poeta poemas, el cura sermones, el profesor compendios, etc. EI delincuente produce delitos. Fijémonos un poco más de cerca en la conexión que existe entre esta última rama de producción y el conjunto de la sociedad y ello nos ayudará a sobreponernos a muchos prejuicios. El delincuente no produce solamente delitos: produce: además, el derecho penal y, con ello, al mismo tiempo, al profesor encargado de sustentar cursos sobre esta materia y, además, el inevitable compendio en que este mismo profesor lanza al mercado sus lecciones como una "mercancía". Lo cual contribuye a incrementar la riqueza nacional […]

EI delincuente produce, asimismo, toda la policía y la administración de justicia penal: esbirros, jueces, verdugos, jurados, etc., y, a su vez, todas estas diferentes ramas de industria que representan otras tantas categorías de la división social del trabajo; desarrollan diferentes capacidades del espíritu humano, crean nuevas necesidades y nuevos modos de satisfacerlas. Solamente la tortura ha dado pie a los más ingeniosos inventos mecánicos y ocupa, en la producción de sus instrumentos, a gran número de honrados artesanos […]

EI crimen descarga al mercado de trabajo de una parte de la superpoblación sobrante, reduciendo así la competencia entre los trabajadores y poniendo coto hasta cierto punto a la baja del salario, y, al mismo tiempo, la lucha contra la delincuencia absorbe a otra parte de la misma población. Por todas estas razones, el delincuente actúa como una de esas "compensaciones" naturales que contribuyen a restablecer el equilibrio adecuado y abren toda una perspectiva de ramas "útiles" de trabajo.

Podríamos poner de relieve hasta en sus últimos detalles el modo como el delincuente influye en el desarrollo de la productividad. Los cerrajeros jamás habrían podido alcanzar su actual perfección, si no hubiese ladrones. Y la fabricación de billetes de banco no habría llegado nunca a su actual refinamiento a no ser por los falsificadores de moneda”.

Tal como advierte el título, Marx se encarga de hacer apología del delito, trata de defender las acciones delictivas justificando su ocurrencia por medio de las distintas profesiones que obligan a existir, es decir, argumentando que gracias a los delincuentes hay policías, jueces, investigadores, etcétera; también destaca la acción positiva que el crimen tiene sobre el ejército de reserva al reducirlo y por lo tanto disminuir la tendencia decreciente de los salarios; finalmente menciona la innovación constante que el delito, y las nuevas modalidades de este, provoca en los sectores productivos dedicados a su prevención y/o combate.

No obstante, aunque la delincuencia pueda tener un sentido económico e incluso social (teorías marxianas de criminología argumentan que la delincuencia también cumple la función de justificar la intervención y existencia del Estado), Marx comete un error común en el análisis del crimen, error en el que incluso actualmente incurren tanto autoridades como investigadores: el exceso de abstracción. Me explico, al analizar un fenómeno social es común que este se abstraiga, esto se hace en aras de recuperar los rasgos esenciales del hecho, Marx lo hace muy a su estilo, poniendo énfasis en las relaciones de producción, y es tal vez esa abstracción la que hace que aparentemente Marx vea el crimen como algo útil.

Actualmente, aquellos que nos dedicamos a investigar sobre el crimen nos seguimos basando en abstracciones del fenómeno para nuestros análisis, principalmente en la abstracción numérica, cuestión que muchas veces, al igual que a Marx, nos hace perder el enfoque y olvidarnos de algo fundamental: las víctimas.

Las víctimas son la razón por la que bajo ninguna circunstancia se puede hacer apología del delito, porque, aunque se difuminen entre teorías y tasas de incidencia delictiva, estas no dejan de existir.

Es por eso que de vez en cuando es prudente realizar un ejercicio de reflexión al ver un número que reporta el comportamiento de cierto delito y ponernos a pensar cuánto miedo, cuánto dolor, cuánta frustración hay detrás de esa cifra y recordar que nada justifica el crimen.

Bibliografía

MARX, K., (2010) Elogio del crimen. Sequitur, México.

SPITZER, S., (1975) “Toward a Marxian Theory of Deviance” en Social Problems, Vol. 22, Núm. 5, pp. 638-651.

Javier Alejandro Corzo Tellez.

Investigador del Observatorio Nacional Ciudadano.

@corzo_t   @ObsNalCiudadano

Para Marx el ejército de reserva son todos aquellos individuos que se no se encuentran empleados pero que al necesitar un trabajo presionan a la baja los salarios de los que sí cuentan con un empleo, ya que estos pueden ser fácilmente sustituidos por alguno de los integrantes del ejército de reserva.

Véase Spitzer, 1975.

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