En 2021, sentirse triste fue una de las emociones más recurrentes entre niñas, niños y adolescentes, en tanto que en 2022, siete de cada 100 manifestó sentir tristeza todo el tiempo, de acuerdo con datos del organismo civil Mexicanos Primero.
“Los niveles de tristeza están directamente correlacionados con el desempeño tanto en la lectura como en matemáticas. El tamaño del efecto que tiene la tristeza en el desempeño escolar es impresionante”, destaca la asociación civil.
Puntualiza que una gran mayoría de estudiantes de preescolar, primaria y secundaria enfrentan tres emociones profundas: el miedo, la ansiedad y la depresión, “que afectan cualquier aprendizaje en las escuelas y sistemas de enseñanza”.
En el estudio Aprender a estar bien, estar bien para aprender, elaborado por la ONG y presentado en conferencia de prensa, señala que existe una relación directa entre las emociones de niñas, niños y adolescentes y la posibilidad que tienen para aprender las distintas asignaturas, principalmente en lectura y matemáticas.
De acuerdo con el reporte, la educación o bienestar socioemocional “no ha sido un tema de relevancia en nuestro país, ni para la política pública de salud y mucho menos para la educativa”.
Patricia Vázquez del Mercado, presidenta ejecutiva del organismo civil, urgió a las autoridades educativas a abrir el debate para actuar porque el problema no se resuelve sólo hablando de las emociones, sino atendiéndolas durante todo el tiempo y durante toda la trayectoria escolar.
“Es responsabilidad de las autoridades educativas diseñar e implementar una política de bienestar emocional que permita que niñas, niños y adolescentes estén bien para que se garantice su derecho a aprender en todas las escuelas; sólo así podremos enfrentar la crisis educativa que se vive en las escuelas”, expuso.
En su intervención, Jennifer Adams, fundadora y CEO de la Consultoría Educando Líderes en Canadá, afirmó que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y la UNESCO han mostrado que los sistemas educativos que ponen en primer lugar el desarrollo socioemocional tienen mejores resultados en el aprendizaje de los alumnos.
El reporte de Mexicanos Primero destaca que las niñas y adolescentes son más propicias al suicidio que los varones. Tan sólo en 2021, 8.4% de niñas y adolescentes intentaron quitarse la vida contra 2.4% de hombres.
Al respecto, el director de Investigación de Mexicanos Primero, Fernando Ruiz, precisó que estar bien para aprender requiere además no ver a la educación socioemocional como contenidos a enseñar, sino como una nueva forma de aprender, “ahora de forma integral y transversal, es donde los aprendizajes no deben verse ajenos y separados de la corporeidad, los procesos intelectuales, sicológicos y del comportamiento”.
Indicó que se requiere crear en cada entidad federativa políticas para el bienestar escolar que contemplen como mínimo identificar y diagnosticar la condición actual de los estudiantes; fortalecer los centros de atención, apoyo y asesoría sicológica y especializada para niñas, niños, adolescentes y jóvenes, y acompañar y apoyar el cambio de prácticas escolares para crear comunidades para el bienestar y el aprendizaje.
“Se deben alinear las políticas educativas para fortalecer la implementación de la educación socioemocional. Consolidar las prácticas de crianza afectiva y cariñosa para niñas y niños menores de tres años, extender las experiencias socioemocionales y de autoconocimiento en las políticas de formación inicial, asesoría y acompañamiento docente, ampliar la oferta de libros de texto y avanzar para que los contenidos sea pertinentes con los modelos de aprendizaje socioemocional”, resaltó.
Asimismo, Antonio Villalpando, también investigador de la ONG, mencionó que entre niñas, niños y adolescentes existe una percepción de soledad “que es un componente de una dimensión llamada anhedonia, que es la incapacidad para disfrutar la vida. Es alarmante que 12% de los 2 mil 200 niños de la muestra que realizamos, dice que no tiene amigos”.
Dijo que la preocupación, un componente que conecta la depresión con la ansiedad, es experimentada por 27% de los 2 mil 200 niñas, niños y adolescentes que tomaron como muestra la ONG.
“La intención de incluir esta información en esta publicación, reiteramos, no es suplir una observación clínica autorizada, sino advertir sobre estos ‘focos rojos’ que permitan acercar la ayuda profesional a nuestra niñez y adolescencias mediante las políticas públicas”, agregó.