Sociedad

‘Quedamos sin techo ni trabajo’

“Nos quedamos sin trabajo, sin ingreso, sin nada... La peluquería ya no existe. Ahora qué le hacemo s… tengo 67 años y ya nadie le quiere dar trabajo a uno” JULIÁN TORREBLANCA Habitante de Izúcar de Matamoros

Julián Torreblanca perdió su fuente de trabajo, en segundos la peluquería Soriano quedó reducida a un cuarto derruido con muebles destrozados (ESPECIAL)
22/09/2017 |02:21Edgar Ávila / Corresponsal |
Redacción El Universal
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Izúcar de Matamoros está herido. El municipio, considerado la puerta de entrada a la Mixteca Baja poblana, recibió los embates del sismo de 7.1 grados del pasado martes y sus 14 barrios y 21 colonias están golpeados.





Viviendas, comercios, templos, edificios públicos y privados, la gran mayoría construidas décadas atrás con adobe, se fracturaron y dejaron a miles de personas sin su patrimonio, sin empleo.

Para los habitantes ha sido dura la muerte de dos niñas, también el ver a decenas de hombres y mujeres perderlo todo, quedar sin techo y sin negocio alguno.

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Uno de ellos es Julián Torreblanca Molina, un peluquero de 67 años que se encuentra atónito parado en medio de un cuarto derruido, con muebles destrozados; un negocio que no tiene ni pies ni cabeza.

“Nos quedamos sin trabajo, sin ingreso… sin nada”, resume. El cuarto está revuelto y se carece de algún atisbo para imaginar lo que fue hace un par de días: Peluquería Soriano, con 54 años de trayectoria.

Los últimos 15 años, Julián dedicó su vida a cortar la melena de cientos de personas bajo la mirada del dueño, quien lleva semanas en el hospital y no ha podido ver la destrucción de su negocio.

“La peluquería ya no existe”, dice mientras externa su mayor preocupación: cómo alimentará a su esposa y a sus cinco hijos. “Ahora qué le hacemos, tengo 67 años y ya nadie le quiere dar trabajo a uno”.

Lo mismo ocurre en negocios asentados en calles, donde se observan pedazos derruidos, mercancía tirada y rostros desencajados, preocupados y a punto del llanto.

El alcalde, Manuel Madero González, no oculta su preocupación ante las cifras: 775 casas habitación con daños (180 completamente desplomadas), daños estructurales en todos sus templos, la penitenciaría a punto de colapsar, al igual que el Hospital General y el principal centro escolar que albergaba a mil 300 estudiantes.

“Jamás había ocurrido algo similar aquí”, dice y considera que el sismo del 7 de septiembre fue el inicio de lo que hoy se vive aquí: dejó fallas en estructuras y el daño es total.

El ayuntamiento, en definitiva, sentencia, no podrá con la reconstrucción, será necesaria la ayuda federal ya sea a través del Fondo Nacional de Desastres Naturales (Fonden) o de otros esquemas, pues aún ni siquiera concluyen la evaluación en sus 10 juntas auxiliares.

El sismo de 7.1 grados que golpeó a 18 municipios de Puebla dejó 43 personas muertas, tres mil viviendas, edificios públicos y comercios con daños leves o graves.

Es verdad, Izúcar de Matamoros está herido, pero no derrotado. El desastre ha despertado a toda una sociedad: decenas de jóvenes caminan por las calles con cartulinas pidiendo la donación de víveres y medicamentos para los damnificados; el zócalo está atiborrado de centros de acopio con personas entregando alimentos; y los pobladores retoman su vida diaria.

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