En octubre de 2017, Yezka Garza, procuradora para Niños, Niñas y la Familia del gobierno coahuilense, informó que el ex funcionario estaba en la cárcel y vinculado a proceso, a consecuencia de las denuncias presentadas en su contra por cuatro menores.
Sin embargo, la historia de abuso sufrida por Luis no comenzó en la finca, desde los cinco años fue violado por internos de una cárcel del norte del país donde se encontraba detenido su tío Manuel, al que visitaba con su madre Carmen, quien facilitaba que lo agredieran.
Después de un tiempo, las autoridades empezaron a investigar, puesto que Luis, ya adolescente, se involucró sentimentalmente con un tratante de menores. El joven desapareció, Carmen activó la Alerta Amber y fue encontrado en poder de los delincuentes; la procuraduría estatal se enfocó en la conducta de la madre y fue así como se descubrió que Luis había sido violado a temprana edad.

Luis es un ejemplo de la trata de menores en México y el mundo. Según el Reporte global sobre tráfico de personas 2016 de la Oficina de Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito (UNODC), los niños formaron 8% del total de las víctimas detectadas en ese año.
Un problema sin límites
Hasta la fecha, el lugar común en nuestro país es que la trata de personas se concentra en las mujeres, un sector de la población atrapado en la cultura machista y conservadora de la sociedad. Pero el problema, enfatizan especialistas, es mucho más amplio y se desconoce edades y géneros.
De acuerdo con el Diagnóstico sobre la situación de la trata de personas en México, realizado por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) con datos del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), al menos 16 mil niñas y niños están sometidos a esclavitud sexual.
“México es uno de los principales países consumidores de pornografía infantil y eso es sin duda uno de los temas que más convoca a la indignación, pero por otra parte se halla la invisibilidad, el hecho de que no se asume que la pornografía infantil es el combustible que alimenta la demanda de niños y niñas para otros fines de explotación”, afirma Mario Luis Fuentes Alcalá, maestro en la Facultad de Economía de la UNAM y especialista en este fenómeno.
La CNDH ha identificado diversos factores que propician este delito, como la pobreza, la marginación, el desempleo, la falta de escolaridad, la desintegración o la disfunción familiar, la violencia doméstica, las desigualdades y la condición de migrante, así como la pertenencia étnica y otros aspectos culturales.
Con el objetivo de garantizar la protección de los niños, la ubicación del refugio es confidencial. Apenas en marzo, a escala internacional, se inauguró un segundo centro para niños varones en Carolina del Norte, Estados Unidos, precedido por otro que se ubica en Miami, también en ese país.
Rosi Orozco, presidenta de la Comisión Unidos Vs Trata, destaca que hay gran impunidad y ausencia de las autoridades en todos los niveles para enfrentar este lacerante problema: “La trata de varones menores de edad está en crecimiento porque ha existido una impunidad total”, recalca Orozco al ser entrevistada por EL UNIVERSAL.
“Abrimos el refugio porque no tuvimos corazón para decir que no, realmente no había recursos, no estaba planeado —señala—, pero cuando supimos de estos niños que no tenían un hogar a dónde ir, pues era su familia la que los había vendido, decidimos hacerlo”.
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