Personalidades de la política, la academia y las organizaciones sociales lamentaron el fallecimiento, a los 95 años, de la activista y luchadora social Rosario Ibarra de Piedra, cuya tragedia personal: la pérdida de un hijo a causa de una desaparición forzada por agentes del Estado, la llevó a ser pionera en la defensa por los derechos humanos, la paz, la justicia y la democracia en México.
La noticia de su fallecimiento fue comunicada por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), a cargo de su hija Rosario Piedra Ibarra.
Rosario Ibarra de Piedra destacó por su activismo en la lucha por la presentación con vida de personas desaparecidas, por medio del Comité ¡Eureka!, organización que creó luego de que su hijo Jesús fuera desaparecido en 1974 por elementos federales, por presuntamente pertenecer a la Liga Comunista 23 de Septiembre.
De ser ella misma una víctima de la violencia política, encabezó a partir de ahí, junto con otras mujeres que no tenían voz, una cruzada incansable y titánica a favor de la verdad por conocer el paradero de sus hijos arrebatados en uno de los episodios históricos más oscuros del país: la llamada guerra sucia.
Frente al dolor de no saber dónde y cómo terminó Jesús, Ibarra de Piedra tomó más bríos para reclamar a los poderosos, increparlos, no darles tregua para exigirles la verdad, tocar y abrir puertas para ser escuchada, acudir a foros tanto en el país como en el extranjero a fin de denunciar la injusticia que padecieron miles de mujeres y familias.
Innumerables fueron los mítines y concentraciones en el espacio público desde donde gritó a todo México: “¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!”.
Pero ello no fue suficiente. Doña Rosario Ibarra de Piedra supo también que la lucha tendría que ir más allá de quebrar un régimen político cerrado y hegemónico que escatimaba los derechos a sus ciudadanos. Es por ello que en 1982 hizo historia al convertirse en la primera mujer en ser candidata a la Presidencia por el extinto Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), organización trotskista que seis años después la postuló nuevamente.
Reconocimiento a su legado
Minutos más tarde de conocerse su fallecimiento, el presidente Andrés Manuel López Obrador lamentó la muerte de Ibarra de Piedra, de quien destacó su profundo amor y solidaridad por quienes sufren la desaparición de sus seres queridos.
En su cuenta de Twitter y al difundir una fotografía junto con ella en un mitin en 2006, el Ejecutivo federal manifestó que en todo momento la activista apoyó su movimiento y señaló que nunca olvidará que su madre, Manuela Obrador González, votó por ella cuando contendió por la Presidencia en 1982.
“Mala noticia: murió doña Rosario Ibarra de Piedra, quien nos recordará siempre el más profundo amor a los hijos y la solidaridad con quienes sufren por la desaparición de sus seres queridos. Ese era su verdadero partido aun cuando admiraba a Giordano Bruno.
“A nosotros nos apoyó en todo momento y nunca olvidaré que mi madre votó por ella para Presidenta de la República. Abrazo a sus hijos y a sus muchísimos seguidores y amigos”, escribió el Mandatario en memoria a Rosario Ibarra de Piedra.
También líderes y legisladores de todos los espectros políticos del país lamentaron su partida.
El presidente de la Junta de Coordinación Política (Jucopo) del Senado de la República, Ricardo Monreal; el presidente nacional del PRI, Alejandro Moreno, y la senadora Ifigenia Martínez, dedicaron mensajes a doña Rosario en sus redes sociales.
Tatiana Clouthier, secretaria de Economía, recordó que Ibarra de Piedra abrió caminos para las mujeres que buscan a sus hijos desaparecidos.
Luchadora incansable
Nacida en Saltillo, Coahuila, el 24 de febrero de 1927, Ibarra de Piedra encabezó y atestiguó incontables batallas por la democracia en México, para que se reconociera el voto y se respetara el derecho a elegir a sus gobernantes.
Icónica es la imagen de Ibarra de Piedra junto con los entonces candidatos presidenciales Cuauhtémoc Cárdenas, del Frente Democrático Nacional, y Manuel J. Clouthier, de Acción Nacional, movilizándose y marchando hasta el Zócalo capitalino para exigir se limpiara la elección de 1988, cuyo resultado había sido fuertemente cuestionado debido a lo que hoy se conoce como la Caída del sistema.
El 23 de octubre de 2019 el Senado le entregó la Medalla de Honor Belisario Domínguez, aunque no acudió y bajo la representación de su hija Rosario, la condecorada dejó la medalla en manos del presidente López Obrador, con la condición de que se la devolviera con la verdad sobre el paradero de las víctimas de desaparición forzada.
“No quiero que mi lucha quede inconclusa. Es por eso que dejo en tus manos la custodia de tan preciado reconocimiento y te pido que me la devuelvas, junto con la verdad, sobre el paradero de nuestros añorados hijos y familiares, y con la certeza de que la justicia negada por fin nos ha cubierto con su velo protector”, leyó su hija Rosario en una carta.
Rosario Ibarra de Piedra fue diputada, senadora y asesora política. Dos veces candidata presidencial (1982 y 1988). Por su lucha, fue candidata al Premio Nobel de la Paz en 1986, 1987, 1989 y 2006.
Ayer, la clase política mexicana se unió como pocas veces logra hacerlo para reconocer a esta imbatible mujer que seguirá siendo estandarte de la lucha en un México que aún reclama justicia.
Su lucha también fue por la democracia y la pluralidad
Rosario Ibarra de Piedra nunca se arredró ante el poder. En las páginas de EL UNIVERSAL publicó sus colaboraciones durante más de 15 años con toda libertad.
Fue en las instalaciones de este diario, en 1983, durante una comida con colaboradores de opinión, que la activista encaró al expresidente José López Portillo.
Tomó el micrófono y le exigió que diera información de los desaparecidos durante la guerra sucia de los años 70. “Díganos dónde están”, expresó. El exmandatario se puso de pie y le brindó un aplauso por su lucha.
Durante su primera campaña presidencial en 1982, EL UNIVERSAL fue el único medio que asignó a un reportero y un asistente, con un vehículo, para cubrir sus actividades proselitistas en México.
No sólo era la primera mujer postulada para la Presidencia, era la representante del trotskista Partido Revolucionario de los Trabajadores, en un país que no terminaba de salir de los años de fobia oficial a lo que representara un pensamiento de izquierda.
El propio López Portillo reconoció que la reforma política de 1978, mediante la cual los partidos de izquierda lograron representación proporcional en el Congreso, se inspiró en el trabajo de activistas por la democracia, como doña Rosario Ibarra, fundadora del Comité Pro Defensa de Presos, Perseguidos, Desaparecidos y Exiliados Políticos, conocido también como el Comité ¡Eureka!
En 1988, siendo candidata presidencial por segunda ocasión, Ibarra de Piedra compartía páginas en el Gran Diario de México con los, en ese momento, también aspirantes a la Presidencia de la República, Gumersindo Magaña, por el Partido Demócrata Mexicano (PDM); Heberto Castillo, por el Partido Mexicano Socialista (PMS), y Manuel Clouthier, por el Partido Acción Nacional (PAN).
Incluso, su cercanía política y personal con Cuauhtémoc Cárdenas, primero, y más adelante con Andrés Manuel López Obrador, nunca fue obstáculo para exigirles justicia durante sus encargos oficiales. Redacción
El Licenciado Juan Francisco Ealy Ortiz, Presidente Ejecutivo y del Consejo de Administración de EL UNIVERSAL, acompañado de los candidatos a la Presidencia Gumersindo Magaña, Heberto Castillo, Rosario Ibarra y Manuel J. Clouthier, en 1988.