Madre de tres niños de seis, ocho y 10 años que van a la Escuela Primaria Emilio Abreu Gómez, Elizabeth Sandoval dice que a causa del encierro por la pandemia los menores experimentan ansiedad por no poder convivir con otros niños y, aunque tomaron clases en línea, pasaban la mayor parte del día jugando con un dispositivo digital.
“Cuando estuvieron encerrados, sólo se la pasaban con el celular. Y para nosotros fue como un alivio que regresaran a clases presenciales a convivir con niños de su edad. El encierro les provocó mucha ansiedad, pero nuevamente han ido agarrando el gusto por la escuela”, dice en entrevista con este diario.
Dos de los tres niños de Elizabeth acuden diariamente a la Unidad de Educación Especial y Educación Inclusiva (Udeii), con la que cuenta el plantel, donde no sólo repasan lo que están viendo en clases, sino que les brindan atención socioemocional. “Platican mucho con ellos, les dan una especie de terapia donde les enseñan a convivir con los demás, a seguir reglas y a expresar sus emociones.
“He visto grandes avances en mis hijos, anteriormente se enojaban y explotaban muy feo, pero ahora los noto más sociables y con mayor fluidez para expresarse”, comenta la mujer de 31 años de edad.
Añade que en esa escuela, de más de 320 alumnos, los maestros y maestras eligen entre sus estudiantes quiénes deben acudir al Udeii, ya sea porque cuentan con problemas para expresarse, por bajo rendimiento en el aprendizaje o porque requieren de atención socioemocional.
Agrega que cuando una niña o un niño necesita una atención más especializada, la persona encargada de la unidad habla con los padres a fin de canalizarlos a una institución para que el pequeño reciba una atención más profesional.
Rosalba acaba de dejar a su hijo en ese plantel. Tiene siete años de edad y cursa el segundo año de primaria. Cuenta que su pequeño perdió un año de escuela porque en el plantel al que acudía fallecieron varios maestros y maestras por Covid-19.
“Las autoridades decidieron cerrar la escuela porque los contagios fueron muchos (...) Decidimos dejarlo sin clases, porque no se adaptó a las clases en línea. Ahora con las clases presenciales, se adaptó de nuevo y se abrió con su maestra y con sus compañeras. Es más sociable”.
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