Chiapas, Oaxaca, Guerrero, Veracruz y son los cinco estados del país con la peor eficiencia terminal universitaria. En esas entidades, de cada 100 alumnos que ingresan a la escuela primaria sólo 12, 12, 15, 16 y 19 jóvenes, respectivamente, finalizan una carrera en la universidad.

En contraste, sólo una entidad registra más de 50% de alumnos que concluyen estudios universitarios.

La Ciudad de México, Nuevo León, Aguascalientes, Querétaro y Yucatán ocupan los primeros sitios de eficiencia terminal, pues de cada 100 niñas y niños que entran a la primaria, 52, 45, 42, 42 y 40 estudiantes, respectivamente, logran concluir los estudios universitarios, de acuerdo con cifras de la (SEP).

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“Las entidades con una mayor eficiencia terminal cuentan con variables muy importantes que no están presentes en otras entidades: mejores tomadores de decisiones en las áreas de educación; existe voluntad política del gobernador o gobernadora para darle prioridad a la educación en la agenda pública y eso hace que se armonicen los esfuerzos locales para garantizar que la eficiencia terminal no sea un discurso, sino una realidad”, dice la presidenta ejecutiva de la organización civil Mexicanos Primero, Patricia Vázquez del Mercado Herrera.

Consultada por EL UNIVERSAL, al respecto agrega que las entidades que registran la eficiencia terminal más alta cuentan, además, con mayores recursos humanos destinados a que mejoren los indicadores de esos estados, aunque argumenta también debe haber más gasto para realizar campañas de no abandono, por ejemplo.

La pedagoga especializada en educación pública habla de los estados que ocupan los últimos sitios de eficiencia terminal y señala que se requiere despolitizar el trabajo que se realiza en las secretarías o institutos de educación, principalmente en Chiapas, Guerrero y Oaxaca, porque señala que en esas entidades existe una agenda más centrada en lo político-sindical que en lo educativo.

“En Zacatecas hay varios temas de seguridad que están por encima de la agenda educativa, mientras que Chiapas, Guerrero y Oaxaca le siguen debiendo a las niñas, niños y adolescentes una agenda educativa mucho más comprometida con la dignificación de las aulas, mantenimiento de escuelas, maestros comprometidos con la enseñanza que no van a hacer un llamado a huelga o a un paro”, menciona.

Expone que a falta de una política educativa nacional para mejorar los indicadores, “varios estados se están moviendo de manera muy importante, como Tamaulipas, Yucatán, Querétaro y Jalisco, entre otros”.

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La especialista comenta que las políticas públicas en la materia le han quedado a deber al sistema educativo nacional en cuanto a recursos, esfuerzos y estrategias más agresivas para incrementar favorablemente sus indicadores.

Paulina Amozurrutia Navarro, fundadora y coordinadora nacional de la organización civil Educación con Rumbo (ECR), considera que para lograr que cada vez más estudiantes concluyan la educación superior se requiere una o un titular de la Secretaría de Educación Pública (SEP) que conozca a profundidad el sistema educativo nacional, así como generar políticas que incluyan a todos los sectores de la educación y descentralizar el sistema educativo para que los estados cuenten con mayor autonomía.

“No podemos comparar la educación de Chiapas con la de la Ciudad de México, es decir, el país es heterogéneo y por ende, se tienen que tomar decisiones sistematizadas desde las secretarías o institutos de educación locales”, refiere.

Desde su óptica, la eficiencia terminal se traduce en “niños que pasan su infancia, adolescencia y juventud en las aulas lejos del crimen organizado, lejos de la violencia que existe en el país, y segundo, adultos que pueden tener una autonomía económica, un empleo bien remunerado y que dejen de depender de los subsidios que otorga el gobierno con tal de tener a la gente cooptada con su votos”.

Resalta, por otro lado, que ninguno de los candidatos presidenciales ha entrado a profundidad a la realidad del sistema educativo nacional, “a este problema de la eficiencia terminal, a los graves estragos que provocó la pandemia”.

Por su parte, Erik Avilés, académico del Instituto Michoacano de Ciencias de la Educación José María Morelos, asegura que la variación de la eficiencia terminal entre 52% y 12% sólo demuestra que el sistema educativo nacional está reprobado en su finalidad de ser garante de los derechos educativos de las niñas, niños y jóvenes.

Resalta que en Corea del Sur de cada 100 niños que ingresan al sistema educativo 93 se gradúan en tiempo y forma.

“Aún nos encontramos a una distancia inmensa de alcanzar a naciones que garanticen una educación de calidad y una mejor eficiencia terminal”, sostiene.

Destaca que si bien ya no se hacen evaluaciones del aprendizaje entre los estudiantes, Nuevo León, Ciudad de México, Aguascalientes, Querétaro y Yucatán solían ser entidades federativas punteras en las pruebas diagnósticas.

En contraste, abunda, Zacatecas y Veracruz, al igual que la denominada “franja de la pobreza”, integrada por Michoacán, Guerrero, Oaxaca y Chiapas, además de la presencia del crimen organizado, cuentan con sistemas educativos capturados y colonizados por intereses sindicales, políticos y electoreros.

“Esta situación exhibe la ausencia de políticas públicas que permitan revertir las inequidades territoriales, así como la inoperancia de los programas sociales que se han implementado, toda vez que no están imbricados con la continuidad dentro del sistema educativo”, finaliza el experto.

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