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El Cártel de Santa Rosa de Lima nació formalmente en 2014. Su líder, José Antonio Yépez Ortiz, alias El Marro, es heredero de la escuela de operación criminal de Los Zetas, en el municipio de Villagrán, Guanajuato.
Al desaparecer los líderes de ese cártel, Yépez Ortiz continuó sus operaciones como secuestrador, extorsionador y narcomenudista. El Marro logró que pequeñas organizaciones dedicadas al robo de combustible en Guanajuato se unieran a él para llevar un control del contrabando y ganancias del mismo.
Fue así que Guanajuato pasó de registrar 165 tomas clandestinas en ductos de Petróleos Mexicanos (Pemex) en 2013 a mil 800 en 2017, de acuerdo con datos de la empresa estatal.
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La fama de huachicolero solitario no se hizo esperar para Yépez Ortiz y fue así como se ganó la enemistad del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y de su líder Nemesio Oseguera Cervantes, El Mencho, quien buscó una cooperación delictiva, pero hoy le disputa a El Marro el control del robo de combustible en Guanajuato.
Según datos del gabinete de seguridad, recopilados por la revista especializada InSight Crime, en su apogeo, el Cártel de Santa Rosa de Lima llegó a obtener ganancias de entre 800 mil y 1.2 millones de dólares al día gracias al robo de combustible.
Este miércoles, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos anunció sanciones contra el Cártel Santa Rosa de Lima y su líder, El Marro.
Sus actividades delictivas representan, de acuerdo con datos oficiales, cerca de 1.5% de las pérdidas de Pemex.
La cumbre fallida de dos capos
La pugna entre el Cártel Jalisco y el Cártel de Santa Rosa de Lima —que ya supera una década— ha sido tan violenta que ha convertido a Guanajuato en uno de los estados con mayor inseguridad, asedio y corrupción en contra de autoridades.
De acuerdo con publicaciones de medios locales, en 2017 —una vez que el Cártel de Santa Rosa de Lima tenía el control total del huachicoleo en Guanajuato— El Mencho solicitó una reunión con El Marro, a la que finalmente envió a su sobrino.
Ambos líderes criminales habían apalabrado, a través de terceros y vía telefónica, repartirse el territorio y las ganancias, prometiéndole a El Marro quedarse con el control absoluto del robo de combustible si permitía al Cártel Jalisco Nueva Generación tomar el control del narcotráfico en Guanajuato.
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En la reunión, que se dio en una cafetería de Irapuato, el sobrino de Nemesio Oseguera no planteó lo mismo a José Antonio Yépez y —de acuerdo con reportes de medios de comunicación locales— llegó a interrumpirlo en diversas ocasiones. Finalmente, El Marro sacó su pistola y lo asesinó a tiros.
La balacera de ese 17 de enero marcó el inicio de una sangrienta disputa en el estado.
Objetivo prioritario y detención
A mediados de 2017, El Marro apareció en un par de videos declarando la guerra frontal al gobierno federal y al Cártel Jalisco Nueva Generación por las embestidas de las que él y su familia estaban siendo objeto.
Los recursos que obtenía por la venta ilegal de combustible robado le dieron la oportunidad de invertir en los ataques violentos que generó en Guanajuato.
Al llegar el gobierno del expresidente Andrés Manuel López Obrador, de acuerdo con el periodista Carlos Loret de Mola, la detención de El Marro se convirtió en una prioridad para el gabinete de seguridad, pues las pérdidas generadas por las operaciones del Cártel de Santa Rosa de Lima para Petróleos Mexicanos superaban los 3 mil millones de dólares al año.
En una operación de inteligencia, efectuada el 1 de agosto de 2020 en su casa de Villagrán, Guanajuato, y que duró apenas 15 minutos, José Antonio Yépez Ortiz fue detenido y trasladado al penal de El Altiplano, en el Estado de México.
Fue condenado a prisión por secuestro y otros delitos en enero de 2022.
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