El Senado de la República no está vacío. Los escritorios tienen a su trabajador ahí sentado, las oficinas de los senadores están abiertas, el personal de limpieza está en lo suyo ante la emergencia por coronavirus.

Pero la incertidumbre, tras cuatro horas de reunión entre los coordinadores parlamentarios, desespera.

Sólo está abierta la entrada peatonal de la calle Madrid, donde a quien muestra una credencial de trabajador se le deja pasar sólo si se deja tomar la temperatura corporal y se frota las manos con alcohol en gel.

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Una mujer se molesta porque quiere hablar con la senadora Beatriz Paredes (PRI). “Toman esto de pretexto para no trabajar”, dice a un oficial que amablemente le responde que, por el momento, no hay atención al público.

También en la entrada hay una mujer del equipo de limpieza, que hace la segunda en el filtro de salida para colocar el antibacterial. De hecho hay una mujer con alcohol en gel en cada puerta de cada edificio, por dentro de la sede de Paseo de la Reforma.

“Nos dieron los guantes y los tapabocas hoy en la mañana, cuando llegamos. Nos dijeron que teníamos que usarlos, pero la verdad estorban, y los guantes no resistieron la mañana, a mí ya se me rompieron”, comenta una persona que hace el aseo de los pasillos.

En los cajeros de los dos bancos que hay dentro del Senado hay una fila pequeña, las operaciones se hacen rápido y avanzan. Pero operaciones en la caja tardan más, mucha gente está formada en uno de los pasillos más estrechos de la planta baja.

Corren rumores en esas filas. “Dicen que a los del PRI ya los dejaron no venir mañana, que más bien fue una orden”, comenta una mujer. “A mí me dijeron que habían sido los del PAN”, le reclama una. Corren versiones.

Los restaurantes y cafeterías, el carrito que vende tacos de cochinita pibil, la librería, y hasta las sillas de los hombres que lustran los zapatos de los legisladores y visitantes, lucen vacías. En los cuartos donde hay herramientas de limpieza se reúnen algunos trabajadores.

“Tenemos que contar cuántos hay para pedir más. No tenemos una orden de hacer más limpieza, pero sí nos advirtieron que no dejemos ni un lugar sin revisar. Yo, por sí o por no, le hecho cloro y jabón a todo”, afirma una trabajadora.

Pasan los minutos y el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell no sale de la reunión con los coordinadores. Una mujer que vende ensaladas en la entrada de Madrid dice que ella seguirá llevando sus productos hasta que “de plano cierren aquí”.

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