Washingon.— A pesar de que Estados Unidos ya se acerca a los 800 muertos y supera por mucho los 50 mil infectados con coronavirus, su presidente Donald Trump sigue obcecado con priorizar la economía del país a la salud pública, al hacer caso omiso a quienes le suplican que mantenga las medidas para evitar contagios. Trump sigue negando la realidad en la que vive y, sufriendo por los malos augurios económicos, cada vez está más convencido de que el país tiene que volver a la normalidad y “reabrir”. Incluso puso fecha: el 12 de abril, Domingo de Resurrección.

La fecha parece elegida aleatoriamente, simplemente por ser una en la que, según dijo el presidente, haría que las iglesias estuvieran “llenas”, pero es cuando termina el veto de viaje desde Europa, un cierre de fronteras que podría levantarse y volver a abrir EU al mundo.

Este martes, en una entrevista con la conservadora y aliada Fox News, Trump insistió en que el remedio (las medidas de control del Covid-19) no puede ser peor que la enfermedad (el frenazo económico). Y, por eso, quiere que en dos semanas y media el país vuelva a funcionar a pleno rendimiento.

“Perderíamos mucha más gente poniendo el país en recesión o depresión. La gente se suicidará”, exageró el presidente, sin ninguna base fáctica. Volvió a hacer el paralelismo con las muertes por gripe (para la que sí hay medicamento y vacunas, no como el coronavirus) o los accidentes de coche, que no por eso “se dejan de fabricar”.

“Perdemos miles y miles de personas cada año por la gripe. Y no cerramos el país”, concluyó.

Trump quiere que el país “vuelva al trabajo lo antes posible”. Según dijo: “Mucha gente está de acuerdo” con su tesis. A pesar de que el día anterior confesara que sus asesores en salud pública no lo estaban, sus seguidores ya empiezan a impregnar la opinión pública con la idea de la necesidad de quitar los consejos de higiene e interacción social. En paralelo, pero en una dirección opuesta, ciudades y estados están al borde del colapso, apostando por medidas más restrictivas. El principal foco es el estado de Nueva York, cuyo gobernador, Andrew Cuomo, elevado a líder nacional en la respuesta a la crisis, aumentó sus llamados de auxilio para esquivar el sendero hacia el colapso.

“Si preguntas a la población estadounidense que elija entre la salud pública y la economía, no hay color. Ningún estadounidense dirá que se acelere la economía a cambio de una vida humana”, resolvió. El estado de Nueva York, con más de 25 mil positivos y superando los 200 muertos, concentra más de la mitad de contagios del país y 6% a nivel mundial. “El pico de la pandemia será más alto y llegará antes de lo que pensábamos”, lamentó Cuomo, un máximo que llegará en 14 o 21 días, justo cuando Trump quiere relajar las restricciones.

La cifra de casos ahí se duplica cada tres días, a una velocidad “de tren bala. Somos el canario dentro de la mina”, advertía Cuomo a los líderes del país: “Lo que pasa aquí les pasará en tres, cuatro o cinco semanas”.

El gobernador neoyorquino confirmó que su estado inició ensayos clínicos de fármacos, y urgió al gobierno federal a que le suministre todo lo que necesita, acusándolo de acumular material y no entregarlo a tiempo. “Ninguna vida es prescindible”, respondió a los que declaran sin base y por canales conservadores que los ancianos estarían dispuestos a morir en pro de la economía. Por las redes empieza a circular la etiqueta #notdying4wallstreet, “no muriendo por Wall Street”.

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