Washington.— El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, empleó a personas indocumentadas en su campo de golf en Nueva Jersey, según reveló una investigación del The New York Times, que habló con dos de ellas.

Desde hace cinco años, la guatemalteca Victorina Morales hace la cama, limpia el retrete y saca el polvo a los trofeos de golf en el Trump National Golf Club en Bedminster, Nueva Jersey; por su “sobresaliente”, fue reconocida en julio.

Morales, en su entrevista con el diario neoyorquino, confesó que falsificó sus papeles para obtener el trabajo y que sigue indocumentada. El Times confirmó que sus documentos y números de identificación son inválidos. La revelación es un golpe al presidente y sus políticas antiinmigrantes, un mandatario que prometió que “ningún inmigrante ilegal” tendría un trabajo en sus propiedades. Morales sigue en nómina.

La guatemalteca dijo al Times que decidió salir a la luz pública porque se sintió “herida” por los comentarios de Trump contra los inmigrantes. “Estamos cansados del abuso, de los insultos, de la forma que habla de nosotros cuando sabe que les estamos ayudando a ganar dinero […] Sudamos para atender todas sus necesidades y tenemos que aguantar su humillación”, dijo. Aseguró ser consciente de que sus declaraciones pueden afectar a su situación, desde ser despedida a deportada.

Otra de las entrevistadas es la costarricense Sandra Diaz, quien empezó trabajando en el mismo lugar en 2010, también sin documentos; no obstante consiguió regularizar su situación en 2013 y, desde entonces, abandonó su puesto para cederlo totalmente a Morales. Ambas aseguran que al menos dos de sus supervisores sabían de su situación documental, y que incluso las ayudaban a evitar ser detectadas.

“Hay muchos más indocumentados”, aseguró Diaz, sin especificar la cifra exacta de sin papeles que trabajan para Trump.

Ambas están viendo la posibilidad de denunciar al presidente por los abusos y discriminación. Ellas detallan algunas anécdotas de su trabajo e interacción con Trump, una persona a la que describen como “demandante pero amable”, que en alguna ocasión les dio entre 50 y 100 dólares de propina.

Diaz contó que lavó y planchó ropa de Trump, desde boxers blancos hasta camisas de golf. La ropa de Melania Trump y su hijo Barron “se lavan con un detergente especial en una lavadora más pequeña y separada”. La costarricense recordó un episodio en que tuvo “dificultades” en eliminar una mancha anaranjada del cuello de una camisa blanca, lo que parecían rastros de maquillaje.

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