Houston, Texas.— “¡Auxilio!”. Fue la súplica con la que fueron recibidos inspectores del gobierno federal estadounidense que ayer recorrieron centros de detención de migrantes, niños y adultos, en el sur de Texas.

Los inspectores del Departamento de Seguridad Nacional (DHS, por sus siglas en inglés) visitaron cinco instalaciones y dos puertos de entrada en el Valle del Río Grande, Texas, por donde cruzan ilegalmente la frontera hacia Estados Unidos más personas que en cualquier otra sección.

Las fotos que difundieron, como parte de su reporte, lo dicen todo: en una de ellas, uno de los 88 encerrados en una celda diseñada para alojar a 41 personas coloca en la ventana un pedazo de cartón con la palabra escrita “auxilio” . En otra, un hombre agacha la cabeza y junta sus manos como si estuviera orando. Otra más muestra a una mujer con un tapabocas con las dos manos sobre el vidrio.

Conforme aumenta la indignación pública en torno a las condiciones en las que el gobierno estadounidense mantiene detenidas a miles de personas —algunas de ellas de unos cuantos meses de edad—, el reporte ofrece nuevos motivos de alarma. Un alto gestor del gobierno describió la situación como “una bomba de tiempo”, según el estudio.

“Cuando los detenidos nos vieron, comenzaron a golpear las ventanas de la celda, gritaron, colocaron frente a las ventanas notas con el tiempo que llevan detenidos e hicieron notar evidencia del tiempo que llevan ahí”, señaló el reporte.

En un comunicado incluido en el reporte, el DHS acusó de una “crisis cada vez peor” y dijo que ha intentado aumentar sus capacidades de detención y mejorar las condiciones en las que son detenidas las familias de inmigrantes.

Activistas migratorios culpan al gobierno del presidente Trump de rehusarse a expeditar la liberación de familias, niños y solicitantes de asilo, lo que ha provocado el aumento en el número de personas detenidas. Ayer, miles de personas se sumaron a más de 180 protestas en todo Estados Unidos para exigir el cierre de lo que llaman “inhumanos” centros de detención de inmigrantes y cancelar la entrega de fondos al gobierno del presidente Donald Trump para continuar con sus duras políticas migratorias.

El reporte detalla varias posibles violaciones a la ley federal o a los estándares de la Patrulla Fronteriza:

—Dos instalaciones inspeccionadas no daban acceso a los niños a comida caliente, sino hasta la semana en la que llegaron los auditores. Algunos de los adultos únicamente recibían emparedados de embutidos y en algunos casos por la comida requirieron de atención médica.

—De los 2 mil 669 niños detenidos por la Patrulla Fronteriza en la región, 826 de ellos (31%) llevaban más de 72 horas en el lugar, lo que va contra la ley. Más de 50 niños menores de siete años aguardaban su traslado a instalaciones de larga estancia, algunos de ellos por más de dos semanas. Una fotografía mostraba a mujeres y niños que aparentemente dormían en el suelo, tapándose con mantas térmicas.

—Muchos de los adultos no se habían duchado a pesar de llevar hasta un mes en el sitio.

El reporte también detalló “incidentes de seguridad” en varias instalaciones, incluyendo un caso en el que los migrantes detenidos se negaron a reingresar a su celda después de que fuera limpiada. En algunos casos, los detenidos también utilizaron sus calcetines o cobertores para tapar los retretes a fin de que se les permitiera salir de la celda.

El reporte fue difundido un día después de que un grupo de legisladores demócratas visitaron la instalación de la Patrulla Fronteriza en Clint, Texas. El representante Joaquín Castro contó que una mujer relató que le habían dicho que tomara agua del retrete. Castro compartió un video que tomó.

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