A medida que la pandemia de Covid-19 está repuntando a nivel global, los nuevos riesgos que conllevan las infecciones por mutaciones del virus merecen una vigilancia especial. Al mismo tiempo, la trazabilidad del virus parece estar en un punto muerto. China ha dejado en claro que no aceptará el plan de la Organización Mundial de la Salud para la segunda fase de la investigación sobre el origen del nuevo coronavirus.

En este plan, la hipótesis de que “la violación de China de los procedimientos de laboratorio causa la fuga del virus” es una de las prioridades de la investigación, y esta hipótesis se definió claramente en el último informe de la OMS sobre el trabajo de trazabilidad en Wuhan como “extremadamente improbable”. Cuando una gran cantidad de evidencias científicas han calificado de altamente improbable que el laboratorio de Wuhan propagase el virus, esta solicitud de investigación de la OMS, marcada por una notable “presunción de culpabilidad”, difícilmente se puede considerar debida a factores puramente científicos.

Y de ahí surge una pregunta: ¿se ha politizado la trazabilidad del virus? Con respecto a este tema, el think tank de CGTN ha realizado encuestas de opinión pública en las redes sociales en seis idiomas: chino, inglés, español, francés, árabe y ruso, para cibernautas de todo el mundo. Entre los internautas de diversos países que participaron en la votación, el 80% considera que se ha politizado la investigación del origen del virus.

Recientemente, el exembajador de Egipto en China, Ali el-Hefny, manifestó en una entrevista con los medios de comunicación que la Secretaría de la OMS había propuesto la segunda fase de la trazabilidad debido, principalmente, a la presión ejercida por algunas grandes potencias y a algunas consideraciones políticas. El diplomático cree que el propósito fundamental de la presión de algunos países occidentales sobre la OMS es suscitar en la opinión pública la sospecha sobre la transparencia en la revelación de los datos epidémicos en China, perjudicando así la imagen internacional del país asiático.

Además, más de 300 partidos políticos, organizaciones sociales y think tanks de más de 100 países y regiones presentaron una declaración conjunta a la Secretaría de la OMS, enfatizando la necesidad de que la comunidad internacional fortalezca la cooperación en la lucha contra la pandemia, y solicitando a la OMS que lleve a cabo de manera objetiva y justa la investigación sobre el origen del nuevo coronavirus y se oponga firmemente a la politización de esta cuestión.

Entonces, ¿quién es el manipulador político de la trazabilidad del virus? Desde el brote global de Covid-19, Estados Unidos, como país con los recursos médicos más abundantes y el nivel médico más avanzado del mundo, ha registrado más de 600 mil muertes causadas por medidas antiepidémicas inadecuadas, convirtiéndose en el país con peores resultados en la lucha contra la pandemia. Frente al caos epidémico interno, los políticos estadounidenses han utilizado la pandemia como un pretexto para participar en la manipulación política y echar la culpa a los demás. Durante más de un año, Estados Unidos ha vinculado deliberadamente el nombre del virus a China, ha negado las conclusiones del informe de investigación conjunto China-OMS, ha pregonado repetidamente la teoría conspirativa de la “fuga de laboratorio” y ha presionado a la OMS para que proponga unilateralmente el plan de trabajo para la “segunda fase” de la trazabilidad del virus. El pasado 26 de mayo, hora local, el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, ordenó a las agencias de inteligencia estadounidenses que "duplicaran sus investigaciones", alegando que recopilarían y analizarían información más cercana a la conclusión clara sobre el origen del nuevo coronavirus, y darían un resultado dentro de 90 días. La declaración también mencionó explícitamente a China, instando al país a formar parte de la llamada investigación internacional "completa, transparente y basada en pruebas".

Por un lado, Washington ignora los resultados de la investigación científica del grupo de expertos de la OMS e impulsa agresivamente la llamada “teoría de la fuga de laboratorio” sin ninguna evidencia. Por otro lado, evita hablar de los muchos puntos sospechosos de su propio país. Un informe de investigación publicado en junio por el Instituto Nacional de Salud de los Estados Unidos mostró que el nuevo coronavirus ya había aparecido en el país norteamericano a principios de diciembre de 2019. Incluso, aún antes de la fecha indicada, desde julio de 2019, el brote de la llamada “neumonía por cigarrillo electrónico” había sido reportado en muchos estados, incluido el de Wisconsin, y los síntomas de algunos casos son casi los mismos que los del Covid-19. ¿Y por qué el laboratorio de Fort Detrick, donde se estudiaba material infeccioso mortal, se cerró misteriosamente en 2019? ¿Es todo esto una mera coincidencia?

Aunque China fuera el primer país en informar del brote del nuevo coronavirus, innumerables estudios científicos han mostrado que antes de que China notificara la epidemia, el virus había existido en varios sitios del mundo. ¿Cuál es el verdadero origen del nuevo coronavirus? Para responder a esta pregunta, se debe llevar a cabo en el ámbito mundial una trazabilidad multidimensional que se adhiera al espíritu científico, objetivo y racional, con el fin de encontrar la verdad y hacer frente al nuevo coronavirus, una amenaza común para la humanidad. Si esta es la meta que queremos alcanzar, la trazabilidad del virus nunca debe convertirse en una herramienta política utilizada por algunos países para reprimir a otros países.

Este artículo fue escrito por Zhou Jiaogui y Jia Jiabin

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