Washington.— Donald Trump quiere un juicio político rápido en el Senado estadounidense, donde confía en salir exonerado; sin embargo, la presidenta de la Cámara Baja, la demócrata Nancy Pelosi, dejó muy en claro que no va a acelerar nada ni a enviar las acusaciones contra Trump a la Cámara Alta hasta no estar segura de que el proceso será “justo”.

Estados Unidos amaneció ayer con la resaca del juicio político que quedó formalmente avalado la noche del miércoles por la mayoría demócrata de la Cámara de Representantes. Se aprobaron dos acusaciones: abuso de poder y obstrucción a las labores del Congreso. Ambas están relacionadas con la presión que, afirman los demócratas, ejerció Trump sobre el gobierno ucraniano para investigar por corrupción al exvicepresidente Joe Biden, uno de los favoritos para hacerse con la nominación presidencial demócrata para los comicios de 2020, y a su hijo Hunter.

“Ahora el Partido de No Hacer Nada no quiere Hacer Nada con los cargos”. Añadió que si los demócratas no envían los cargos para un juicio político, “¡perderían por deserción!”, aunque nada en la Constitución los obliga a hacerlo, rápidamente o no.

Pelosi se mostró animada un día después de la votación. “Hemos recibido reacciones de gente de todo el país”, dijo a la prensa en el Capitolio. “Parece que el obligar al presidente a rendir cuentas por su conducta temeraria ha despertado optimismo entre la gente”.

Sin embargo, defendió que los legisladores demócratas no pueden elegir a los fiscales que argumentarán ante el Senado a favor de la condena y destitución de Trump antes de tener más información acerca de cómo se realizará el juicio. “Hasta ahora no hemos visto nada que nos parezca justo. Esperamos que sea justo. Y cuando lo veamos, enviaremos nuestros mánagers”, adelantó la noche del miércoles.

Mitch McConnell, líder de la mayoría republicana en el Senado, opinó ayer que los demócratas tienen “miedo” de enviar las acusaciones al Senado, donde previsiblemente la mayoría republicana absolverá al presidente. Detalló que tuvo una conversación “cordial” con el líder de la minoría demócrata en la Cámara Alta, Chuck Schumer, sobre los posibles caminos a seguir en el Senado. Pero la situación está en impasse.

McConnell quiere que el Senado se apegue a lo que ocurrió en 1999, durante el juicio al entonces presidente Bill Clinton, cuando hubo un acuerdo inicial para escuchar las acusaciones y luego los argumentos de la defensa y, posteriormente, se votó sobre si tener testigos o no. Schumer quiere una sola resolución que fije los parámetros de los argumentos iniciales y que permita llamar a testigos. Los demócratas reclaman los testimonios del exsecretario de Seguridad Nacional, John Bolton, y del jefe de gabinete, Mike Mulvaney, que no declararon ante la Cámara Baja por instrucción de la Casa Blanca —de ahí el cargo de obstrucción.

El juicio divide a estadounidenses. Un sondeo de Reuters/Ipsos reveló que 42% de los encuestados, la mayoría demócratas, cree que Trump debe ser destituido, aunque 53% opina que abusó de su cargo. La división es entre republicanos y demócratas. McConnell aseguró que el juicio político obedece a la “furia partidista”. Schumer recordó que fue McConnell quien “proclamó con orgullo: ‘Yo no soy imparcial’. Qué hipocresía”. El Congreso entra en receso hasta enero, cuando podría realizarse el juicio.

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