San José

Nicaragua se precipitó hoy hace 24 meses a su más grave crisis del siglo XXI y a su más honda sacudida interna desde 1990, en un conflicto que mezcló dinastía dictatorial, corrupción, represión callejera, intolerancia partidista, colapso socioeconómico, debacle institucional, censura de prensa, éxodo al exterior y presidio político y que remató en 2020 con la pandemia del Covid-19.

Lejos en el tiempo y en el espacio de las que azotaron a Egipto, son las 10 plagas de Nicaragua.

El misterio oficial creció sobre la verdad del coronavirus en un país con insuficiencias sanitarias y ante la decisión del presidente Daniel Ortega y de su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, de evitar medidas extremas para enfrentar al virus. “Estamos en un nivel de vulnerabilidad impresionante por la enfermedad y [Ortega] no detiene nada ni ordena cuarentena ni distanciamiento social”, dijo el opositor y exdiputado nicaragüense Eliseo Núñez a EL UNIVERSAL.

La pugna política “se junta con la del coronavirus, manejada con la opacidad con que se manejan las cosas aquí en Nicaragua. Ortega mantiene fronteras abiertas e incentiva las aglomeraciones en público. Pero más de 50% de la población decidió ir a una cuarentena autoconvocada”, narró. El 18 de abril de 2018, Nicaragua registró el sorpresivo y violento estallido de un multitudinario movimiento antigubernamental. Miles de nicaragüenses se lanzaron a las calles tras una presión contenida de más 10 años de forcejeos políticos desde que, en 2007, Ortega asumió la presidencia e inició el primero de sus tres quinquenios consecutivos que deberían concluir en enero de 2022.

La protesta nació en rechazo a un plan oficialista de reformar la seguridad social. Ortega cedió al acoso popular, anuló su iniciativa y fracasó en aplacar el brote, que ganó fuerza y detonó en un reclamo incesante de democracia y de repudio a un régimen al que se le acusó de dinastía dictatorial y de corrupción con nepotismo. Bajo el alegato de defenderse de un intento terrorista de golpe de Estado, Ortega desató la represión y la intolerancia.

El conteo de redes independientes de derechos humanos llegó a unos 325 muertos, pero el gobierno los fijó en unos 200. El escenario combinó postración socioeconómica, imparable deterioro institucional y persistente migración regular o irregular a Costa Rica y otros países del área. La zozobra política se agudizó a partir de finales de marzo anterior, dentro y fuera del país, porque Ortega dejó de aparecer en público. Tras 34 días, el gobernante reapareció el pasado 15 de abril y garantizó que el panorama sanitario de su país está bajo control, aunque tampoco sepultó los temores sobre el futuro político en la inestable nación.

Los nicaragüenses están “en activa prevención del coronavirus” en sus hogares, proclamó El19, principal medio digital de información oficialista. En su arenga mediática diaria, y sin citar a China comunista como germen del Covid-19, Murillo adujo este jueves que es al primer mundo desarrollado y capitalista al que, por “desigual, impositivo, autoritario, nada pacífico, tantas veces opresor”, al que la pandemia “está descarnando” y clamó por desterrarlo. “El mundo está mal”, alertó.

Google News

Más Información

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses