La titular de la Cámara de los Comunes de Gran Bretaña declaró ayer que las estrictas medidas tomadas contra el acoso sexual “marcarán un hito en el Parlamento”, al revelarse que uno de cada cinco empleados parlamentarios ha sufrido o presenciado esa conducta en el último año.

El escándalo de acoso le costó el puesto a varios ministros del gobierno de la primera ministra Theresa May, como Michael Fallon, quien dimitió de la cartera de Defensa en noviembre, tras ser acusado de haber apoyado su mano en la rodilla de una periodista durante una cena en 2002. También a Damian Green, quien dejó su cargo de viceprimer ministro en diciembre, tras reconocer que mintió sobre unas imágenes pornográficas halladas en su ordenador en Westminster.

Por su parte, Mark Garnier, quien fue secretario de Estado para Comercio Internacional, salió del Ejecutivo en la última reforma gubernamental. Fue investigado tras pedir a su secretaria que comprara juguetes sexuales. Un sondeo aplicado a mil 377 empleados parlamentarios halló que 19% había sufrido o presenciado actos abusivos o conducta inapropiada sexual el año pasado, y que 39% padeció otros tipos de abusos o acoso.

Un reporte multipartidista divulgado el jueves recomienda que el Parlamento adopte procedimientos formales para lidiar con denuncias de abuso sexual. Se necesita, detalla, “un cambio de cultura” y un código de conducta que incluya sanciones, incluyendo la expulsión, para legisladores hallados culpables de abuso. La titular de la Cámara de los Comunes Andrea Leadsom afirmó que “es un derecho, no un privilegio, ser tratado con dignidad y respeto en el lugar de trabajo”.

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