Madrid

.- La propuesta de diálogo realizada por México para que el presidente Nicolás Maduro dialogue con la oposición venezolana es la apuesta más sensata, junto a la de la Unión Europea (UE) para destrabar el conflicto en el país sudamericano, señala a EL UNIVERSAL Rafael Calduch , catedrático de Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense de Madrid .

“El papel de México ha sido muy prudente. Lo que hay que aplicar precisamente es el principio de no injerencia para ver cómo evolucionan los acontecimientos y evitar la violencia reactiva que se puede producir si se pone a Maduro contra las cuerdas”, indica el académico, que considera que el conflicto se tiene que resolver en clave interna y con independencia de las posiciones internacionales que se adopten.

“Intervenir militarmente en Venezuela , con base en una decisión unilateral desde el exterior, sería un disparate”, advierte.

Carlos Malamud

, investigador principal para América Latina del Real Instituto Elcano , considera que el gobierno mexicano se equivoca al mantener una postura de no intervención, invocando los principios de la famosa doctrina Estrada que pertenece a otros tiempos.

“Quizás López Obrador , que es un político a la vieja usanza, sigue pensando que es mejor no criticar a los demás si tú no quieres que los demás te critiquen a ti por los mecanismos y medios que usas para llevar adelante tus políticas. Pero en el caso de Venezuela está más que justificada la intervención internacional, sobre todo de los países latinoamericanos”, asegura el académico que imparte también cátedra de Historia de América Latina en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED).

El reconocimiento de Juan Guaidó como presidente interino de Venezuela por parte de Estados Unidos , Canadá y otros países de la región como Brasil y Colombia , implica un aumento de la presión internacional de una manera muy clara y coincide con un aumento notorio de la presión interna, puntualiza el experto.

El respaldo a Guaidó es por ahora un gesto de solidaridad, pero podría tener consecuencias serias en función de la evolución de los acontecimientos en las próximas 48 o 72 horas.

“Si hay algo que caracteriza a la coyuntura venezolana es que es imprevisible, sobre todo porque desconocemos el rumbo y no sabemos si la intervención del ejército va a ser monolítica o si habrá distintas fracciones que empujarán en un sentido o en otro, inclusive en sentidos antagónicos. Tampoco sabemos el papel que jugarán los paramilitares chavistas , que están siendo instrumentalizados por los sectores más intransigentes del régimen”, indica.

“No es el final para Maduro , pero sí el principio del final, aunque desconozcamos cuándo llegará. Tampoco sabemos cuál será la cuota de sangre que se cobrará ese final, porque la salida podría ser muy violenta”, refiere el catedrático de la UNED que considera la negociación más necesaria que nunca, aunque reconoce que no todos los sectores están dispuestos, por lo que habría que incentivar el diálogo entre las partes más moderadas del chavismo y la oposición.

Por su parte, Javier Bernabé , profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) , apunta que la salida de Maduro sólo se haría efectiva a través de una presión militar interna que ahora mismo en Venezuela parece no existir.

“Estaríamos hablando de la intervención de generales con mando táctico en aviación o en fuerzas de tierra capaces de soportar un hipotético cambio de gobierno. Y por ahora no está claro que esos generales busquen convertirse en actores políticos para potenciar la celebración de nuevas elecciones”, detalla el ex observador de la UE en varios procesos electorales en América Latina.

La presión externa sigue siendo insuficiente, ya que si bien Maduro cuenta con la reprobación de EU y sus aliados en la región, tiene también el respaldo de grandes potencias como Rusia y China , lo que unido a la ambigüedad de la Unión Europea constituye un balón de oxígeno para el presidente venezolano, considera el profesor de la UCM .

“La solución al conflicto pasa por unas negociaciones que ahora mismo no son sostenibles y también por la integración de una oposición venezolana compacta, uniforme, con un proyecto claro. La oposición está atomizada. Hay una ausencia de liderazgo. En cualquier caso el cambio tiene que ser consensuado, no violento”, concluye.

agv

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