San José.

Colombia , que está bajo reproche de Estados Unidos como principal productor mundial de cocaína al aportar 80% de la demanda internacional del estupefaciente, logró una mínima reducción de las plantaciones de hoja de coca , materia prima de la droga que es introducida por los cárteles mexicanos al más importante centro de consumo global: el mercado estadounidense.

Tras subir de 146 mil hectáreas, en 2016, a 171 mil, en 2027, se bajó en 2018 a 169 mil, reportó este mes el Sistema Integrado de Monitoreo de Cultivos Ilícitos ( SIMCI ), elaborado por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito ( UNODC ).

Pese a la mínima reducción, el presidente de Colombia, Iván Duque , destacó que es la primera vez, en siete años, que “se quebró” el crecimiento exponencial de los cultivos.

“No recibimos este reporte con triunfalismos, ni con complacencia; lo recibimos dándonos cuenta de que vamos en la dirección correcta y que debemos ser cada vez más fuertes, más rigurosos y más exitosos”, admitió.

EU certificó el 9 de este el buen comportamiento de Colombia en la lucha contra narcotráfico . Los datos de SIMCI nunca coincidieron con los de EU, que alertó con malestar en junio de 2018 que 2017 cerró con 209 mil hectáreas, en un aumento del 11% sobre 2016, con 188 mil.

La disminución de dos mil hectáreas se consiguió pese a una gigantesca e incesante batalla con miles de efectivos militares y policiales para la erradicación forzosa y voluntaria de la coca.

La tarea fue lanzada desde que, en diciembre de 2016, el gobierno colombiano y las ahora desintegradas guerrillas comunistas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia ( FARC ) comenzaron a ejecutar un acuerdo de paz que, negociado a partir de 2012 en Cuba, puso fin a más de 52 años de conflicto bélico.

El pacto fijó pagos a los dueños de las plantaciones, por lo que gran número de colombianos que carecía de ese tipo de siembras optó por cultivarlas para obtener el dinero.

“Hay incentivos muy grandes para siembra y resiembra de coca”, afirmó el colombiano Jorge Restrepo, director del (no estatal) Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos, de Bogotá.

“La erradicación es insuficiente, porque es desconocer que hay una demanda permanente por esta actividad, que es de muy alta rentabilidad. La actividad se conduce en un entorno paradójicamente cada vez más seguro, por el fin del conflicto con las FARC, lo que incentiva la expansión de cultivos y explica que la reducción sea apenas marginal”, dijo Restrepo a EL UNIVERSAL .

Con el Plan Colombia, pactado en 2000 por Washington y Bogotá para atacar la criminalidad y la insurgencia, un factor clave fue la erradicación forzosa mediante la fumigación aérea con el herbicida glifosato.

De 180 mil hectáreas en 2000 se bajó a 40 mil en 2010, pero las operaciones con el herbicida fueron suspendidas en octubre de 2015 por un fallo de la Corte Constitucional de Colombia, que alegó razones de salud y medioambientales, y se registró un aumento.

La Corte condicionó en julio anterior la reanudación del uso de glifosato a que el gobierno de Duque consulte con las comunidades y garantice científicamente que el producto es inofensivo para la salud y el ambiente.

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