Ciudad del Vaticano.— El papa Francisco pidió ayer “medidas concretas” y no “simples condenas”, al abrir una histórica cumbre sobre el tema de los abusos sexuales en la Iglesia católica.

“El pueblo de Dios nos mira y espera no obvias y simples condenas, sino establecer medidas concretas y eficaces”, dijo el Pontífice al hablar ante 190 líderes de conferencias episcopales y órdenes religiosas que asisten al encuentro de cuatro días, que termina este domingo.

“Escuchemos el grito de los niños que piden justicia”, clamó el Papa a los asistentes, a quienes llamó a encarar la “plaga de los abusos sexuales” cometidos por miembros de la Iglesia. Es la primera vez en la historia que los líderes de la Iglesia católica se reúnen a pedido del Papa para hablar de un crimen que ha minado la credibilidad de la institución en todos los continentes, que ha sido encubierto y negado durante décadas y que en países como Estados Unidos ha costado miles de millones de dólares en indemnizaciones y compensaciones.

La jornada se inició con un momento de oración, seguido de un desgarrador audio, con los relatos de cinco víctimas de los cinco continentes que describieron el horror y las humillaciones padecidas.

“Desde los 15 años tuve relaciones sexuales con un cura. Esto duró 13 años. Quedé embarazada tres veces y me obligó a abortar tres veces, simplemente porque no quería usar preservativos o anticonceptivos”, dijo una mujer. El chileno Juan Carlos Cruz, en tanto, aseguró que cuando denunció los abusos ante las autoridades religiosas fue acusado de mentiroso y enemigo de la Iglesia.

“Son los médicos del alma y aun así, salvo extrañas excepciones, se han transformado —en algunos casos— en asesinos del alma, en asesinos de la fe. Qué terrible contradicción”, dijo.

En el arranque de la cumbre se entregó una lista de 21 propuestas que el Papa pretende sean una guía a seguir contra la pederastia. “Son un punto de partida”, señaló, y acotó que las medidas concretas serán evaluadas y tomadas una vez que concluya el evento.

Entre los 21 puntos figura “la elaboración de un vademécum (una obra de referencia), en el que se especifican los pasos a seguir por la autoridad en todos los momentos clave del surgimiento de un caso”. También se propone crear “centros de escucha, compuestos por personas capacitadas y expertas, donde se ejerza un primer discernimiento de los casos de las presuntas víctimas”.

Otro de los puntos propuestos que más sorprendió es elevar a 16 años la edad mínima para el matrimonio. El Derecho Canónico establece ahora la edad mínima para casarse en 14 años para las mujeres y en 16 para los hombres. Entre los aspectos a debate se incluyen “informar a las autoridades civiles y las autoridades eclesiásticas superiores de conformidad con las normas civiles y canónicas” e “implementar procedimientos compartidos para el examen de las denuncias, la protección de las víctimas y el derecho de defensa del acusado”.

Se insta, a la vez, a colaborar con medios de comunicación y personas para distinguir y reconocer los casos verdaderos de los falsos.

Otro elemento importante es el de garantizar “la proporcionalidad del castigo con respecto al delito cometido”, es decir, que “los sacerdotes y obispos culpables de abuso sexual de menores tienen que ser expulsados de sus cargos”. También se propone “realizar una evaluación sicológica a cargo de expertos cualificados y acreditados para los candidatos al sacerdocio y la vida consagrada”.

Sin embargo, a algunas de las asociaciones de víctimas de abusos por parte del clero no les pareció que estas propuestas reflejen la “Tolerancia Cero” prometida. Es el caso del español Miguel Hurtado, quien denunció por abusos sexuales a un monje en Cataluña y dijo que las ideas no incluyen medidas claras, como el que si “abusas de un niño te tienes que ir inmediatamente a la calle” o la “obligación de denunciar automáticamente todos los casos a la policía”. Según estimados de las asociaciones de víctimas, que se basan en datos de comisiones de investigación estatales y eclesiásticas, podrían ser entre 50 mil y 100 mil los menores que han sufrido maltrato físico y sexual en instituciones católicas en el mundo. Las asociaciones han exigido la creación de una comisión de la verdad independiente y acceso a los archivos del Vaticano.

En muchos casos, se ha probado el encubrimiento, por parte de las jerarquías, a los implicados, como en Boston (Estados Unidos), Irlanda, Ballarat (Australia) o Chile. El año pasado, la Corte Suprema de Pennsylvania, en EU, difundió un reporte que reveló que más de 300 sacerdotes abusaron de niños en las últimas siete décadas. Desde que estallaron los primeros escándalos hace unos 35 años, la jerarquía de la Iglesia católica ha tomado una serie de medidas preventivas, adoptado leyes y pedido perdón, pero sin lograr que desaparezca la llamada “cultura del encubrimiento”.

Ayer mismo, Francisco expulsó de la Iglesia católica al brasileño Jean Rogers Rodrigo de Sousa, señalado de abuso sexual contra monjas en Brasil y quien cumplía tareas pastorales en Paraguay.

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