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Desde 2017, la Subsecretaría de Información e Inteligencia Policial de la entonces Secretaría de Seguridad Pública (SSP) capitalina sabía de la presencia de grupos de huachicoleros en la Ciudad, pero no hicieron nada para intervenir en esa problemática que ahora ha generado caos; el argumento, que era una investigación y trabajo que tendría que hacer el gobierno federal.

Sin embargo, la labor de inteligencia local logró identificar la red de distribución de combustible robado, el cual, según la investigación, la compraban casi 80 gasolinerías ubicadas principalmente en Tlalpan, Xochimilco, Coyoacán y Milpa Alta.

El trabajo local estableció también que los huachicoleros tienen su centro de operaciones en las inmediaciones de la alcaldía Azcapotzalco.

Según el cruce de información que las autoridades realizaron con Petróleos Mexicanos (Pemex), por la Ciudad de México pasan cinco ductos que transportan diesel, gasolina y turbosina, los cuales no tienen vigilancia y son considerados de alto riesgo, pues se ubican en los alrededores de zonas conurbadas y algunos atraviesan colonias enteras.

En Azcapotzalco se identificó que el grupo de huachicoleros está integrado por al menos 20 personas, entre todos se encargaban de la ordeña y distribución del combustible robado. Para esto utilizaban tambos de hasta 500 litros conocidos como muelas, ahí transportaban el energético a las gasolinerías que lo compraban —en aquella fecha— hasta en 15 pesos el litro.

Esto generaba ganancias importantes a esa célula, a la que las autoridades calificaron como “improvisada”, porque hacía la ordeña de manera rudimentaria, no tenía el equipo que se caracteriza en el famoso Triángulo Huachicolero. La indagatoria reveló que chupaban los ductos al menos una vez por mes.

La gasolina robada fue detectada incluso en puntos de venta en la zona limítrofe con el Estado de México y en el lugar conocido como Tres Marías, en Morelos.

Ahí los clientes principales eran transportistas de rutas legalmente establecidas en la Ciudad de México en alcaldías como Tlalpan, Xochimilco, Tláhuac, Valle de Chalco e Iztapalapa. También vendían el huachicol a los mototaxis que operan en el sur de la capital, taxistas y productores agropecuarios para sus tractores y maquinaria pesada.

La gasolina robada la almacenaban en dos bodegas, las cuales fueron descubiertas el año pasado por las autoridades gracias a denuncias de vecinos, luego de que reportaron que de domicilios particulares emanaba un fuerte olor a gasolina; en uno de éstos, cuando los agentes de la policía llegaron encontraron a los huachicoleros inconscientes por inhalar el hidrocarburo.

En julio pasado, la policía local detuvo a una persona que ordeñaba uno de estos ductos. Este sujeto, que trabajaba con cuatro más y tenía su centro de operaciones en el cementerio de Santa Lucía; ahí mismo encontraron dos camionetas estacionadas que tenían cuatro tinacos con capacidad para mil litros, además de ocho contenedores, de los cuales cinco estaban llenos de gasolina.

A pesar de la problemática, la procuradora local, Ernestina Godoy Ramos, ha mencionado en repetidas ocasiones que aquí no se tiene ninguna denuncia al respecto, dejando en claro que al gobierno federal le compete investigar y frenar el robo de combustible.

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