Tixtla.— Una escena dolorosa: otra vez camino al panteón a sepultar a una niña asesinada con violencia brutal. Otra vez las autoridades actuaron tarde, otra vez el grito de “justicia” desgarra las gargantas de las mujeres. Otra vez se escuchó el “ya basta” de tanta violencia contra las mujeres, contra las niñas, de tantos feminicidios.

El sol está en su punto más alto. En la colonia La Candelaria se prepara el cortejo fúnebre para llevar a enterrar a Ayelin Iczae, una niña de 13 años que la mañana del lunes fue hallada muerta en una barranca a 400 metros de su casa.

El cortejo lo encabezaron niñas, unas de la edad de Ayelin, y otras más pequeñas. Todas llevaron pancartas con mensajes de justicia, exigiendo el fin de la violencia, de la impunidad. Mensajes de empatía con las mujeres.

La escena es escalofriante, pero, desafortunadamente, cada vez más repetida: niñas acompañando a otras a la sepultura.

El cortejo cruza rápido las colonias La Candelaria y la 6 de Noviembre. Toma la carretera federal Chilapa-Chilpancingo y se enfila rumbo al panteón Tepeyac.

Durante lapsos de tiempo, el silencio invade el cortejo, luego vuelve el grito de “justicia” y de “ninguna más”.

En el cortejo se ven rostros de indignación, de coraje, pero hay otros de incredulidad.

Ruta de muerte

Tixtla desde hace unos 10 años está habitada por la violencia, que según las autoridades, es generada por organizaciones criminales como Los Rojos y Los Ardillos. Hoy, se dice, el control lo tienen los últimos.

Los asesinatos, las desapariciones, las balaceras y la presencia de hombres armados son recurrentes.

Durante mucho tiempo, la carretera federal que atraviesa Tixtla se convirtió en una especie de tiradero de cadáveres.

Pero desde hace mucho no se veía tanta indignación en la población por un crimen. No acompañaban un cortejo fúnebre para exigir justicia por un asesinato. El caso de Ayelin lo logró.

Desde que desapareció la joven, los vecinos salieron a recorrer cerros, barrancas y otras colonias para hallarla. Incluso, por cuatro días caminaron, sin ningún resultado, por la barranca Chichipico, donde fue localizada.

El jueves, Ayelin caminó por ese sitio para acortar el camino. Su madre, Flora, la llamó por teléfono para ir a comer juntas. Quedaron de verse al final del barranco. Ayelin no llegó.

La mañana del lunes en la barranca Chichipico, donde buscaron incesantemente, hallaron a la niña. Esa última búsqueda la hizo el tío que acababa de llegar a Tixtla, tras enterarse de la desaparición. Apenas caminó unos 400 metros y un olor lo detuvo. Se adentró unos pasos en el monte y la vio. Estaba muerta.

La Fiscalía General del Estado (FGE) informó que Ayelin murió de traumatismo craneoencefálico severo.

La mamá y el papá de Ayelin sospechan que nunca la sacaron de la colonia, que la asesinaron y después la fueron a dejar a la barranca de nuevo. Algunos vecinos son sospechosos.

Fuentes de la fiscalía informaron que hay una persona detenida por el crimen y se investiga a una agente de la Policía Municipal, a quien ubican como vecina de la niña.

El cortejo fúnebre duró casi una hora. En la parte alta del panteón enterraron a Ayelin, su mamá y su papá no pudieron hablar, pero alrededor de la tumba se escuchó otra vez el grito de justicia.

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