Monterrey.— Como si fuera un moderno Juan Diego, el albañil José Esteban Ramírez Cortés ha cobrado fama porque el lunes 27 de julio, tras el paso del huracán Hanna, localizó semienterrada en el río Santa Catarina a la Virgen de Guadalupe.
El hombre de 40 años buscaba chatarra de acero para vender por kilo, pero en cambio descubrió entre la tierra a la gigantesca estructura metálica que hace 10 años fue arrancada de su base por el huracán Alex y quedó sepultada unos 150 metros adelante, bajo toneladas de piedras y lodo.
El trabajador de la construcción es un fiel creyente de la Guadalupana, al grado de que cuando tenía 20 años se tatuó su imagen en la espalda, pues cuenta que a los 16 años le salvó la vida, al caer de cabeza de una altura de tres metros, y cuando despertó en el hospital el doctor sólo le dijo: “Es un milagro que estés vivo”.
Irónicamente, el hombre construye casas, pero no cuenta con una, pues los 2 mil pesos que paga de renta son para el hogar de su familia en Cuernavaca, ya que él desde noviembre se trasladó a Monterrey para trabajar y mandar dinero a su familia.
Por ahora, prácticamente duerme en la calle junto con otros seis albañiles, bajo el puente Venustiano Carranza, en el lecho del río Santa Catarina.
Recuerda que el lunes 27 de julio, apenas bajó el caudal del Santa Catarina, salió con sus compañeros El Hummer y El Gera para recolectar fierro.
Caminaron entre piedras, charcos y fango. Unos cuatro kilómetros hacia el oriente se detuvieron al observar que de los sedimentos arrastrados por la corriente sobresalía un pedazo de fierro imposible de extraer.
Escarbaron y, al destapar una parte de la estructura de acero, Esteban le halló semejanza con la réplica de la Guadalupana que sustituyó la escultura de 12 metros de altura y 10 mil kilogramos de peso, que el 30 de junio de 2010 fue arrastrada y sepultada bajo las piedras por el huracán Alex.
Originalmente, la pieza religiosa había sido colocada en el margen norte del río Santa Catarina, como parte de las celebraciones por la segunda visita del papa Juan Pablo II a Monterrey, el 10 de mayo de 1990.
Ahora, desde su descubrimiento, cientos de personas han acudido a toda hora del día a llevar veladoras, a dedicarle danzas, rezar y pedirle milagros a la que ya se le conoce como La Virgen del Río, y hasta algunos se han llevado piedras como recuerdo o porque consideran que podrían tener poderes de curación.
La madrugada de ayer concluyeron los trabajos para el “rescate” de la escultura de la Virgen de Guadalupe localizada en el río Santa Catarina.
La Dirección de Comunicación Social de Monterrey informó que la escultura fue trasladada a los talleres de la empresa Aceros del Toro, municipio de Escobedo, para su restauración y la cual se hará cargo del costo.