Aldama.— Más de un millar de indígenas tzotziles de las comunidades de Chivic, Yetón, San Pedro Cotzilnam, Tabak, Cocó, Tselejpotobti y Xuxchen, de este municipio, se desplazaron a las montañas y campamentos habilitados como refugios ante los ataques por parte de grupos armados, presuntamente de Santa Martha, Chenalhó, con los que mantienen un conflicto agrario.

Las agresiones se intensificaron el pasado viernes y ayer continuaban las ráfagas de armas de grueso calibre, lo que obligó a los pobladores a huir de sus casas para no morir por las balaceras.

De acuerdo con el presidente municipal por usos y costumbres de esta localidad, Adolfo Victorio López Gómez, se está dando un desplazamiento forzado de mujeres, niños, adultos mayores y hombres, a quienes están reubicando en viviendas particulares y centros deportivos habilitados como albergues.

López Gómez dijo que los pobladores de Aldama no han atacado ni respondido a las agresiones armadas de Santa Martha, Chenalhó, como se ha acusado.

Adultos mayores quedaron atrás

María Méndez Ruiz, de 80 años, logró huir junto con otras familias a una vivienda habilitada como refugio en la comunidad de Chivic, pero su esposo, Mariano Jiménez, de 81 años, no pudo porque, debido a su avanzada edad y problemas de la vista, ya no puede caminar por las montañas.

Triste y pensativa, la mujer se cubre el rostro cuando escucha las detonaciones. Ayudada por un traductor, explica en tzotzil que teme por la vida de su esposo, ya que no tiene qué comer.

Dice que muchos otros ancianos se quedaron en sus viviendas debido a que tampoco pudieron huir a los montes.

En la vivienda, de 20 metros cuadrados aproximadamente, se refugian más de 15 familias, en su mayoría mujeres con niños lactando, quienes carecen de alimento y ropa.

Algunos están enfermos por el frío y la lluvia que azota las montañas del municipio, ubicado a unos 60 kilómetros de San Cristóbal de las Casas.

Rosa Jiménez, quien habita cerca de los linderos con Chenalhó, es una de las mujeres que huyó para proteger a sus cinco hijos: “Casi toda la noche hay disparos y los niños se asustan. Tuve que huir para buscar una zona segura. En el monte pasamos frío, hay mucho sufrimiento”, dice.

Hasta las montañas del paraje Chivit se escuchan las balaceras de armas de alto calibre. Eso obligó a doña Julia López, a su esposo, hija y sus dos nietos a abandonar su humilde vivienda.

“Estamos sufriendo demasiado, ya no soportamos esta situación, tenemos tristeza por los ancianos y los niños.

“No podemos pasar la noche tranquila con nuestros hijos, nos espantamos bastante”, señala entre lágrimas.

Mariana, otra de las desplazadas, hizo un llamado al gobierno de Andrés Manuel López Obrador para que haga algo por los indígenas tzotziles, en especial por los niños que están sufriendo y no tienen nada que comer.

Sobre las acusaciones de los pobladores de Santa Martha, dijo que son ellos los que disparan: “¿¡Qué vamos a poder pagar un arma!?, si no tenemos ahora ni para comer”.

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