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Durante la Segunda Guerra Mundial, el presidente Lázaro Cárdenas aprovechó a militares españoles exiliados para proteger las costas mexicanas contra una posible invasión nazi.

Uno de ellos fue el general republicano Domingo Lara, bisabuelo del cineasta Rafa Lara (5 de mayo, la batalla y El tamaño sí importa), quien jamás regresó a su tierra.

“¡Llegó en el último barco de exiliados! —recuerda Lara—. Aquí se le dio trabajo para montar defensa en las costas, en caso de que fuera necesario y porque aquí no se tenía la experiencia necesaria”.

Su bisabuelo llegó con su hijo Alberto, un adolescente, quien vivió varios momentos tristes con el dictador español Francisco Franco.

Tras un bombardeo, la casa vecina se cayó y con ella murieron sus habitantes, incluido su mejor amigo.

“Y mi abuelo comenzó a sacar a la gente muerta, quitando piedras; antes de venir a México, los dos estaban por allá con la idea de luchar para rescatar a su España”, cuenta el director.

Los dos llegaron auxiliados por Gilberto Bosques, considerado el Oskar Schindler mexicano, pues de 1940 a 1943 salvó a 40 mil españoles huyendo de la dictadura y a 5 mil judíos, que intentaban salvarse del poderío nazi.

Cuando Franco preparaba el asalto al poder, invitó al antepasado de Rafa a sumarse a él, pero éste le respondió que le debía lealtad a la República, convirtiéndose entonces en prófugo.

“Mi abuelo nos contaba que gracias a Gilberto Bosques nosotros estábamos aquí”, expresa Lara.

Por ello el realizador prepara una serie sobre el diplomático mexicano quien adquirió dos castillos franceses en ruinas, para ir alojando a españoles y judíos y mandarlos en grupos ocultos a México.

La producción está en miras de un canal de televisión, del cual el entrevistado se reserva detalles.

“Llevamos tres años trabajando y, en teoría, a fines de año nos dicen qué pasa”, externa.

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