Dos situaciones distintas relacionaron esta semana al presidente Enrique Peña Nieto con la risa. La primera fue una mención en la columna del periodista Ciro Gómez Leyva sobre que el Presidente se reía, aún con las derrotas electorales de su partido, con un conflicto magisterial que estrangula varios estados y un contexto económico internacional delicado; y la segunda ocurrió en redes sociales, en las que un video de la reciente cumbre de Norteamérica, en el cual se ve al mandatario mexicano junto a sus homólogos de Canadá y Estados Unidos, fue editado con risas de fondo, lo que volvió una escena formal de esa cumbre en una imagen cómica e hilarante.

¿Está mal que el Presidente se ría? Por supuesto que no. La risa, decía Sigmund Freud, sobre todo cuando es carcajada, ayuda a liberar energía negativa. ¿Está mal que en las redes sociales se rían del Presidente? Tampoco está mal. Libertad de expresión es signo de fortaleza de una democracia y reírse de los políticos y poderosos, incluidos los presidentes, es signo de libertad y democracia. La sátira política siempre ha existido en México, donde nos hemos reído de los gobernantes sea en las antiguas carpas, en magníficos cartones de caricaturistas y moneros o en los actuales memes y videos que circulan por internet. Cosa muy distinta son los contextos, tanto en el que un presidente se ríe —y eso ya motivó análisis en la prensa sobre si la situación del país está como para que Peña se ría— como el contexto en el que los gobernados se ríen del Presidente y si es signo de debilidad o de apertura.

En todo caso, tan saludable es que el Presidente se ría y se le vea de buen humor, como también que el gobierno tenga la capacidad de aceptar que, a veces, ante la situación de humor involuntario (por sus decisiones o indecisiones) la gente prefiere reírse del poder para no terminar llorando ante su realidad. Es cierto que en México, particularmente la figura presidencial, ha estado rodeada de tal solemnidad —y en el pasado incluso sacralización— que una broma sobre el Presidente aún se entiende en algunos sectores como una “falta de respeto”, cuando en otros países es común ver incluso en la televisión sketches y sátiras donde se burlan y ridiculizan a sus gobernantes en programas con altos niveles de audiencia.

Así que dejemos que el Presidente se ría, aunque puede no gustarnos si vemos el panorama en Chiapas y Oaxaca, donde tras varios días de bloqueos carreteros la CNTE impidió el abasto de gasolina y víveres a poblaciones enteras de esos estados.

El buen humor que se respira en Los Pinos, según las crónicas, no se parece al pesado humor que se respira en Insurgentes Norte, donde más bien hay incertidumbre por saber qué va a pasar con su dirigencia nacional y a quién enviará, precisamente el relajado Presidente, que es su “jefe máximo”, a encabezar al PRI tras la sonada y sorpresiva renuncia de Manlio Fabio Beltrones, quien el pasado 20 de junio se fue de la dirigencia nacional con un discurso que provocó de todo menos risas entres los priístas. “Lo que los gobiernos hacen, sus partidos lo resienten”, dijo parafraseando a Colosio.

Por lo demás el presidente Peña no se rió, y por el contrario se le congeló la sonrisa, cuando, en plena conferencia de prensa de la citada cumbre norteamericana en Ottawa, el presidente Barack Obama le corrigió la plana sobre su discurso en contra de los “populistas y demagogos que ofrecen soluciones fáciles y que buscan destruir lo construido”. A pregunta de los reporteros sobre sus comparaciones entre Donald Trump y Hitler, el mandatario mexicano repitió su alocución sobre el peligro que representan “populistas y demagogos que se presentan en distintas partes del mundo” y pretenden “eliminar y destruir lo que ha tomado décadas en construir”, la misma que se le escuchó en septiembre de 2015 ante la ONU; después de escuchar a Peña Nieto, el presidente de Estados Unidos pidió la palabra para precisar “qué significa el término populista”.

Obama definió: “populista es quien trabaja por la gente, por los pobres, por que los niños tengan una buena educación y una madre trabajadora tenga un cuidado de su niño en el cual pueda confiar y un sistema tributario que sea justo y que permita que personas, como yo, que se han beneficiado de las oportunidades ofrecidas, deban pagar un poco más para permitir que niños de otros menos afortunados puedan tener las mismas oportunidades”. Dijo que se deben poner límites al sistema financiero para no repetir el desastre de 2008 y transparencia en los sistemas fiscales para que no existan personas que evadan el pago de impuestos estableciendo cuentas extraterritoriales y se aprovechen de situaciones de las que otros ciudadanos no pueden beneficiarse, porque no tienen abogados o contadores para usar esos trucos”.

“Supongo que por eso se podría decir que yo soy un populista”, dijo Obama, y pidió distinguir a quienes nunca se han preocupado por los trabajadores o han luchado por la justicia social o por los niños pobres porque “esos no se transforman de la noche en la mañana en populistas porque dicen algo controvertido para obtener votos. Eso no es ser populista, eso es xenofobia quizás o aún peor, es ser un cínico. Entonces yo les diría, tengan cuidado en darle a cualquier persona que emerja en un momento de ansiedad el título de populista”, pidió el presidente de Estados Unidos. Tras la precisión —que para algunos sonó a regaño— desapareció la sonrisa.

Peña y los libros. Otro tema que dio para comentar la plática que tuvo el Presidente con periodistas en Los Pinos, antes de viajar a Canadá y Chile, fueron las lecturas presidenciales. No vamos a disertar, como ya hicieron varias columnas, sobre lo que quiso o no quiso decir Peña Nieto al mencionar su fascinación por la trilogía de Escipión de Santiago Posteguillo, sino más bien a repasar la complicada relación del mandatario con los libros.

Del pasaje en la campaña de 2012, en la Feria del Libro de Guadalajara, donde Peña Nieto trastabilló al no contestar cuáles eran los tres libros leídos que marcaron su vida y se enredó en alusiones a la Biblia, Krauze y La Silla del Águila, a lo que ahora se menciona en columnas, hay un gran avance cuando se festeja que “el Presidente sí lee”, contrario dicen, a la fama que le dejó aquel tropiezo utilizada por sus detractores y que quedó para la posteridad en video.

Se volvió común en este sexenio oír en los corrillos políticos que “Peña no lee ni la síntesis”, para referir una supuesta aversión del Presidente por la lectura. Desconozco si esa práctica haya seguido en la Presidencia, pero cuando Enrique Peña Nieto era gobernador del Estado de México y buscaba ser candidato a la Presidencia, un político cercano, amigo suyo, contó que, ante los problemas para hacerlo leer —lo cual era importante en su preparación presidencial— en su círculo cercano idearon un sistema para que el gobernador tuviera nociones de cultura literaria y general.

El método consistía en que este político leía libros, tanto de actualidad como de temas importantes, y redactaba fichas resumidas sobre el contenido que se le entregaba a Peña para que las leyera y repasara, de tal modo que tuviera una idea, sintética pero precisa, del contenido de esos libros. “De ese modo —decía entonces el lector comisionado— logramos que se interese y se entere de temas que tiene que conocer y que necesitará comentar en algún momento”.

La pregunta es si ya como presidente Peña le tomó el gusto a la literatura y lee libros completos o si, como hacía cuando era gobernador, seguirá leyendo sólo fichas resumidas por sus asesores. En todo caso lo importante es que lea, como dicen las campañas, al menos 20 minutos al día.

Notas indiscretas… Estamos en “horas definitivas” para las “decisiones” que tomará el gobierno federal ante el incremento de bloqueos y plantones de la CNTE que ayer volvieron a estrangular el transporte de alimentos en Oaxaca y Chiapas, además de cierres carreteros en Guerrero, Michoacán y Nuevo León. En la CDMX las movilizaciones de los maestros desquiciaron el tránsito justo en el día que terminó el doble Hoy No Circula. “Se agota el tiempo”, decía ayer el secretario de Gobernación, Miguel Osorio Chong, al insistir en que no habría más diálogo si la Coordinadora no retira sus bloqueos. ¿Qué decidirá don Miguel?... Hoy se define quién será el nuevo dirigente nacional del PRD en sustitución del fugaz Agustín Basave. Y para no variar, el ambiente era de enfrentamiento entre las tribus perredistas. Tres eran los apuntados: Alejandra Barrales, impulsada por Miguel Ángel Mancera y su Vanguardia Democrática; Pablo Gómez, de Patria Nueva y Beatriz Mójica de Nueva Izquierda; sin embargo, anoche se hablaba de dos posibilidades: una, posponer el Consejo Nacional de hoy para dar más tiempo a los acuerdos; y dos, lanzar un “cuarto en discordia” que podría ser otro académico externo que negocien las corrientes. ¿No tuvieron con Basave?... Por cierto, quien dicen que llegará a la nueva dirigencia, con cualquiera que sea el dirigente, es el diputado Mauricio Toledo, quien sería nombrado secretario de Relaciones Políticas y Alianzas. Se dice que Toledo sería cuota de Mancera para impulsar desde ahí sus proyectos, tanto para mantener la jefatura de Gobierno como para buscar contactos con PAN, PT y MC de cara a la sucesión presidencial. El diputado coyoacanense tiene buena relación con Jesús Ortega, de Los Chuchos, aunque su cercanía está con Héctor Serrano y Mancera, por lo que podría ser puente entre los dos grupos hoy confrontados… Los dados mandan Doble Escalera. Bien termina la semana.

sgarciasoto@hotmail.com

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses