La tarde del sábado 7 de agosto, cuando el Consejo Nacional del Partido de la Revolución Democrática anticipaba un viento de fuego sobre esta agrupación en crisis, Carlos Navarrete y Agustín Basave aprovecharon un receso para almorzar en privado. Quienes los vieron ausentarse por dos horas adivinaron que ahí se gestaba una apuesta en la búsqueda de un nuevo rostro para el PRD.

En los días previos, Basave había escrito un artículo en el que aseguraba que ese partido puede virar hacia la socialdemocracia —la ideología que lo cautiva desde los años 80—, y que es capaz de retomar un rol opositor. “Creo en su redención”, expresó el politólogo en su colaboración en EL UNIVERSAL.

Primero Navarrete en aquel significativo encuentro, luego Guadalupe Acosta Naranjo, recién desertado de Nueva Izquierda —el grupo dominante del perredismo—, y por último Héctor Bautista, dirigente de ADN, otra facción con peso, le tomaron la palabra y lo convencieron de que puede liderar un resurgimiento, según confiaron a este espacio fuentes cercanas al proceso. Los tres le expresaron el mismo razonamiento: Nueva Izquierda —Los Chuchos— está fragmentada, desgastada y corrompida. La nueva ruta debe ser de ruptura con la administración Peña Nieto y de depuración interna.

Navarrete y Acosta lo convencieron de registrarse como militante, lo que hizo el miércoles pasado. Al salir del evento tuvo un acto significativo: llamó telefónicamente a Cuauhtémoc Cárdenas, fundador del PRD, al cual renunció en noviembre de 2014. Ambos sostienen una relación cercana desde hace años.

Basave Benítez (Monterrey, 1958) acumula tres décadas de vida pública, desde que fue miembro fundador del Grupo San Ángel (1994), apoyado en una formación académica que incluye un doctorado en Ciencia Política por la Universidad de Oxford, una licenciatura en el Tecnológico de Monterrey, además de cargos en esta institución y en la Universidad Iberoamericana. Ha sido catedrático, legislador y diplomático. Es, además, fanático del futbol —vía los Rayados—, apasionado del mar y de la música. Bohemio, con apego notable por la redova norteña y su máximo exponente, Eulalio González, El Piporro.

Las alforjas políticas de Basave están dominadas por una notable cercanía con Luis Donaldo Colosio, el candidato presidencial del PRI asesinado en 1994. Trabajó con él desde 1988, cuando el sonorense presidió el partido oficial. Tras la tragedia de Lomas Taurinas, Basave emprendió una ruta de sucesivas decepciones, primero en el priísmo, al que renunció “con asco” en 2002. Luego se acercaría al PRD, lo que consumó en 2006 durante la primera campaña de Andrés Manuel López Obrador, del que pronto se alejó para regresar a la academia.

Con el arranque de 2015 dio señales de reencuentro con el perredismo cuando, convencido por Carlos Navarrete y por Guadalupe Acosta Naranjo —amigos ambos de larga data—, aceptó ocupar el primer lugar en la lista de una circunscripción plurinominal para diputado federal.

Hay algunas cartas credenciales menos públicas de Basave que lo hacen prospecto viable para presidir un PRD recargado: en el equipo Peña Nieto existe aversión en su contra desde mayo de 2012 cuando, en la campaña presidencial, se produjo el abucheo en la Universidad Iberoamericana, lo que devino en el #YoSoy132. Basave había renunciado al PRI, era profesor de esa casa de estudios, presenció las protestas y era cercano a la directiva de la universidad. De ahí a culparlo hubo un solo y fácil paso.

El segundo factor es que guarda una añeja enemistad con el nuevo dirigente del PRI, Manlio Fabio Beltrones. Una rispidez abierta surgida en los tiempos de la campaña presidencial de Colosio y que después no ha hecho sino crecer.

El tercer argumento ineludible es que Basave muestra la pasión de todo nuevo converso, en este caso en contra del PRI, su viejo partido. Debe ser difícil encontrar hoy a un político que sea más antipriísta ni con mejores argumentos.

Las fuentes consultadas alertaron sobre la posibilidad de que operadores oficialistas busquen dinamitar el camino de Basave a la presidencia del PRD cobrando cuentas a personajes perredistas. Y sugirieron prestar atención a cómo se concretaría un comité ejecutivo presidido por el propio Basave para evaluar su grado de autonomía y la viabilidad de un proyecto que subraye un talante más opositor y con acciones en contra de la corrupción interna.

Una ruta así puede poner al PRD a caminar de nuevo. Lo contrario supondrá una maniobra de la nomenklatura perredista para anunciar cambios sin que nada se modifique en realidad. De concretarse, la presidencia de Agustín Basave deberá estar acompañada de transformaciones, o no será digna de su tiempo.

Apuntes: Dos personajes dominan el ajuste de ayer en el gabinete presidencial: José Antonio Meade, nuevo secretario de Desarrollo Social, un cargo que ya ha fabricado candidatos presidenciales. Y Aurelio Nuño, urgido de demostrar logros en la política de carne y hueso. Ambos forman un bloque político que lidera el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, el artífice de un proyecto para el 2018.

rockroberto@gmail.com

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