Los líderes de los principales partidos (PRI, PAN, PRD) viven la inminencia de las elecciones no sólo como una prueba a su desempeño, sino como aduana para un proyecto personal o de grupo. El priísta César Camacho, el panista Gustavo Madero y el perredista Carlos Navarrete están en pos de triunfos para sus candidatos, pero también buscan la sobrevivencia política y la viabilidad de sus ambiciones inmediatas.

César Camacho (Metepec, 1959) fue preparado para ocupar la presidencia del partido desde que Enrique Peña Nieto estaba en campaña. Encajaba en la lógica que un operador de la clase política mexiquense emprendiera la reconstrucción del Institucional tras 15 años de malos tiempos.

Priísta desde los 20 años, alcalde a los 31, Camacho tuvo una trayectoria inversa: gobernador interino en 1995, senador en 2000 y diputado federal en 2006. Pupilo de Emilio Chuayffet, es producto nato del grupo político estatal que se asumió de regreso a Los Pinos.

En 2012 arribó a la dirigencia priísta, pero le subordinó al primer círculo de la casa presidencial, en niveles exagerados a los ojos de otros liderazgos en el partido (es notable su distanciamiento con la secretaria general, Ivonne Ortega) e incluso en opinión del priísmo mexiquense, receloso del poder cobrado por otros grupos o incluso por los que llaman "mexiquenses de última hora", en particular el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, el hombre con mayor influencia en el gabinete.

Camacho Quiroz será diputado a partir de septiembre y aspira a coordinar su bancada, que según se anticipa, seguirá dominando los equilibrios en San Lázaro. Sus pesadillas son por las encuestas que ponen en peligro al PRI en estados clave que hoy gobierna: Nuevo León, Querétaro y Michoacán, lo mismo que San Luis Potosí y Colima.

Una victoria deberá traer a las manos de Camacho la ratificación del liderazgo parlamentario e incluso poder conservar la dirigencia del tricolor. Una derrota lo alejaría de ambas posibilidades y lo arrojaría a la masa de diputados anónimos.

Gustavo Madero (Chihuahua, 1955) ha tenido tareas públicas que siempre parece arrancar con las uñas. Sobrino de Francisco I. Madero, ello no parece haberle simplificado su trayectoria política, antes quizá al contrario.

En 2003 ganó una diputación federal por un punto porcentual. En 2008 desbancó a Santiago Creel de la coordinación de la fracción en el Senado por un manotazo del entonces presidente Felipe Calderón. A espaldas de éste, en agosto de 2010, pidió licencia para buscar la presidencia del PAN. Por sólo siete votos, la ganó a Roberto Gil, candidato calderonista. Ello rompió su nexo con Calderón, a cuya esposa, Margarita Zavala, bloqueó la posibilidad de ser diputada.

La dirigencia de Madero Muñoz se apoya en un frágil equilibrio entre las diversas facciones del partido, ligadas a los gobernadores panistas. Con esa plataforma endeble pidió una breve licencia para postularse como diputado, retomó el cargo, adelantará la elección de dirigente, quien lo deberá designar coordinador en San Lázaro. Y en una apuesta mayor, busca ya la postulación presidencial panista en 2018, lo que lo enfrentará con el otro aspirante abierto, el gobernador poblano Rafael Moreno Valle.

Las encuestas arrojan posibilidades a aspirantes panistas en Sonora, Baja California Sur, Querétaro, San Luis Potosí y Colima. Hoy sólo gobierna los dos primeros. No se prevé un aumento de diputaciones en sus manos. De conquistar más gubernaturas, Madero crecerá, operará su relevo, ocupará la coordinación parlamentaria y seguirá velando armas para 2018. Si tiene un retroceso, puede derrumbarse y atraer una crisis sobre el futuro del PAN.

Carlos Navarrete (Salvatierra, Guanajuato, 1955) asumió en octubre la dirigencia nacional del PRD, pero su liderazgo arrancó baldado por la desaparición de 43 estudiantes en Guerrero, donde Ángel Heladio Aguirre, postulado por el PRD, fue defenestrado bajo acusaciones de corrupción. Ello y el surgimiento de Morena bajo la conducción de Andrés Manuel López Obrador, atrajo una convulsión en ese partido, de la que no ha podido salir.

La dirigencia de Navarrete parecía una culminación lógica tras su militancia en la izquierda, que inició a los 20 años bajo las siglas del Partido Socialista de los Trabajadores junto con Jesús Ortega, Jesús Zambrano y Miguel Alonso Raya. Condujeron un grupo que fue llamado Los Coroneles y que se mantuvo compacto pese a las fusiones primero con el PSUM a inicios de los 80 y luego en el PRD, donde crearon la corriente Nueva Izquierda, mejor conocida como Los Chuchos, que domina la vida interna del partido.

Las proyecciones ubican al PRD en un débil 14% de los votos para diputados a la próxima Legislatura, muy debajo de lo que ocurrió hace tres años cuando la izquierda concurrió unida. De los 9 estados cuya gubernatura estará en juego el domingo, gobierna Guerrero, donde las encuestas lo presentan empatado con el PRI. En Michoacán tiene posibilidades de ganar. De conquistar ambas entidades, Navarrete se consolidará. Una derrota en ambos casos lo hundirá a él y a su partido en la incertidumbre total.

rockroberto@gmail.com

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