A quince años de haber sido integrada, la Conferencia Nacional de Gobernadores no ha servido para nada. Lejos de mirar a los fines para los que fue creada, es una onerosa carga. Es una especie de Club de Inmunidad e Impunidad que debe desaparecer.

Según los propósitos de su constitución, en 2001, la Conago pugnaría básicamente por “el diseño de programas incluyentes que satisfagan las demandas de seguridad, justicia, bienestar social, democracia y transparencia”. Y es precisamente lo que no ha cumplido. El déficit en esos rubros es sencillamente superlativo y escandaloso.

La buena marcha y la salud social del país, que deberían descansar sobre la concreción de esos objetivos, están muy lejos. Los problemas que esa entidad se proponía resolver o mitigar, se han acentuado y/o multiplicado. Son las grandes deudas de la democracia que ofrecen sus integrantes. Que reiteran en un discurso falso y desacreditado. Como para convencimiento colectivo de que para nuestros grandes males no hay remedio.

En esta línea, el elemento que quizá más resignación y desencanto produce, es el de la corrupción, que ha envuelto y alcanza a muchos ex gobernadores y gobernadores. Nadie en su sano juicio, hoy, ni dentro ni fuera del país, podría considerar con seriedad que ese cáncer tiene cura. Ha penetrado hasta los huesos de la nación. Los está carcomiendo día tras días.

A la par con el neoliberalismo, que desató las ambiciones personales de enriquecimiento ilícito desde la función pública, las instituciones que se han creado en décadas para frenar ese fenómeno, han sido anuladas. En la Contraloría-Función Pública, la Auditoría Superior de la Federación, por falta de facultades y/o de voluntad, sólo ven desfilar a cientos de ratones glotones e insaciables por toda la estructura administrativa… disimulan y cruzan los brazos.

Al respecto, la Conago nada ha hecho para evitar el inmisericorde saqueo de recursos públicos. Por el contrario, una cantidad considerable de quienes la integraron o son parte de ella, han sido acusados abiertamente de prácticas deshonestas desde el cargo que ocuparon. La lista es muy larga. Quizá nadie esté exento de haber hecho fortuna desde un cargo.

Pero los mandatarios estatales, actuando como vulgares reyezuelos o hacendados, voraces e insaciables, han arrasado con todo. Junto a estas prácticas de la “modernidad”, el patrimonialismo histórico de un solo partido, es un juego. Con integrantes de todos los partidos, el país sufre ahora el azote del TUCOM más rapaz y despiadado: Todos (los gobernantes) Unidos contra México.

Ahí están como ejemplo funesto de “honorables” miembros de la Conago en su momento, Rodrigo Medina, Guillermo Padrés, Javier Duarte, Roberto Borge… y hasta Tomás Yarrington, a quien ninguna autoridad ha podido ubicar a una década de pretender encausarlo por mafioso.

Visto el enriquecimiento inaudito consumado con la mayor impudicia por tantos que prometieron servir al pueblo, el senador Miguel Barbosa anima la idea de que la Conago no solape la prevaricación de los mandatarios estatales. Es el momento de preguntarse cuál es la utilidad ética de ese organismo, dice, y parece que no es necesario buscar con tanto afán la respuesta.

¿Quién de quienes la integran, de cualquier partido, tiene la autoridad moral suficiente para cuestionar esa especie de guarida en la que se esconden de sus fechorías durante y después de su gestión?

Seguramente nadie levantaría la mano para hacer una denuncia. Porque si en algún momento la oposición podía ser un obstáculo para el partido en el poder, limitando los actos indebidos de sus integrantes, ahora es parte de la misma organización y de las mismas prácticas. Todos cometen o pueden cometer excesos. Todos se cubren o pueden cubrirse por connivencia, arreglos obscuros y conveniencia económico-político-partidista. Y todos ellos felices, mientras la sociedad sufre.

Sobre estas perniciosas y ominosas premisas, el fenómeno tiende a perpetuarse. Las ilegalidades, a multiplicarse. La inmunidad y la impunidad, a institucionalizarse.

Con ese esquema, con realismo y crudeza, se puede decir entonces que la salida y el cambio que con tanto fervor cada ciudadano de este país desea, ahora no se ve. Pero podría iniciarse pidiendo la desintegración de ese monstruo inútil.

SOTTO VOCE… Luis Serna, secretario particular del jefe de Gobierno de la Ciudad de México, debería aprender de la sencillez, sensibilidad, cordialidad y formalidad que caracterizan a su jefe, Miguel Ángel Mancera… Grave, que un niño invente una mochila antibalas ante la inseguridad que permea hasta en los sectores más jóvenes… La CTM, eterna gerontocracia instrumento de sujeción de los trabajadores, debería desaparecer, pues la Coparmex ha tomado ahora su lugar en cuanto a la demanda de más salario. Con aproximadamente 10% de la Población Económicamente Activa que subsiste con esta cantidad, el aumento de 73.04 a 89.35 pesos, no tendría efectos inflacionarios… ¿Quién de los autonombrados gobernadores “progresistas” del PRD, motivados por sus “legítimas” ambiciones presidenciales, tiene la dimensión moral y política para esa aventura?.. Alejandra Barrales, dirigente perredista, resistirá el fuego amigo que busca evitar su reelección en septiembre del año entrante.

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@mariobeteta

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