Michael Azerrad, escritor y colaborador de Rolling Stone que puso en contexto histórico la vertiente del punk-rock americano “jodido” y sin posibilidades de triunfar, a no ser nada más en el underground con la publicación de su libro: Nuestro grupo podría ser tu vida (editorial Contra), estaría muy contento de saber que algunos de los discos de los grupos de los que habla en su libro (The Minutement, Minor Threat, Fugazi, Black Flag, Mission of Burma, Husker Du, Beat Happening, Dinosaur Jr., Butthole Surfers, Mudhoney…) se pueden conseguir —sobre todo para los interesados en su fenómeno— en ediciones artesanales a imagen y semejanza de las mejores réplicas que giran en la clandestinidad.

Esto porque lo que queda de la industria disquera de pocas agallas, que se traduce en nulo desarrollo de bandas locales, nula explotación de un catálogo que, por regla general, desconocen y porque sólo siguen con visera de mula de noria, los targets que les imponen de fuera. Por eso, emprendedores y rescatistas emocionales del rock se han dado a la tarea de ofrecer lo que, hasta hace poco, parecía imposible: discografías completas, antologías, materiales desconocidos, reediciones recargadas con bonus y toda una parafernalia sobre la que se han volcado los que no quieren saber nada de Kanye West, Beyoncé, Lamar Kendrick, Justin Bieber, grupos de chavitos bailarines y hordas de raperos que dominan actualmente la peor escena musical en años.

La posibilidad de tener, por ejemplo, discos en ediciones únicas replicados con su track list original y bonus extras desconocidos para el fan, es real y muy atrayente para los que —dada la calidad ínfima de mucho del rock, del pop y de otras aleaciones musicales, que se graban y venden la mayoría en descargas digitales— buscan otras posibilidades de géneros y estilos que no tuvieron la posibilidad de conocer en su momento álgido.

De ahí el éxito de poder conseguir no sólo discos compactos que aquí nunca aparecieron, sino compilaciones y antologías únicas para conocer épocas, estilos, tendencias o periodos importantes del rock. Y los ejemplos abundad: ahí están los casos de la discografía alternativa de Television, el grupo de Tom Verlaine del que solo tuvieron publicidad con los álbumes: Marquee Moon y Adventure y a los que habría que agregar los tirajes limitados de: Live at The Old Waldorf San Francisco, 6/29/78, I Need a New Adventure y el doble de The Blow Up, que ofrece en el barrio ya no tan bravo, el especialista y conocedor José Luis Mondragón a precios de “¡No mamy blue!”

O los que oferta el entendido Miguel Castañón: Willy and The Poor Boys (Live), Bernie Mardsen At The BBC Sessions 2002-2010, Imelda May Love Tattoo, Emerlad, de Caro; Comin’ Thru, de Quicksilver Messenger Service, los de Carla Bley; los discos franceses de Klaus Nomi, rarezas de blues, sesiones (hasta ahora desconocidas) de Elvis y reediciones cuidadas hasta el más mínimo detalle en repertorio y portadas de una gran parte de rock nacional, imposibles de conseguir por la vía legal, con las disqueras establecidas que viven en otro mundo. Se trata de la revancha de los Bien hechos.

pepenavar60@gmail.com

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