Con sus cenizas todavía levantando polémica, Juan Gabriel, El Divo de Juárez, es protagonista de su propio mito en dos libros de reciente aparición: Juan Gabriel: un amor eterno, de Martha Figueroa (Editorial Planeta) que funge como coordinadora de distintas voces: entre cantantes de tortura de música de banda, carnales de las estrellas, productoras y conductoras de la muy venida a menos Televisa; trovadores de media tabla, faranduleros de quinta, intelectuales de féretro, divas del ayer, paquitas gruexxas, corruptas de Celaya, hijas de pintores polémicos, cantantes de las que sí cantan, intérpretes que más o menos, hijas casi olvidadas de la época de oro del rocanrol, directores de sinfónicas y un variopinto etcétera.

Todos opinan, dicen y promulgan acuerdos en torno a su encuentro cercano con el cantante más allá del mito y la leyenda. Los 28 convocados, cada uno con una mínima presentación que justifican su inclusión hablan, como escribe Figueroa, de: “Un sabio, un gurú musical, un oráculo personal…” Hasta el propio Juan Gabriel se mostraría sumamente sorprendido de lo que dicen de él, si no se hubiera ido.

Desde luego que hay una que otra revelación en torno a la feria de vanidades de los entrevistados en torno al creador de “El Noa Noa” y la coordinadora no deja de impactarse con algunos secretos positivos del cantante que se revelan en el libro, como por ejemplo la “energía tan masculina que tenía el cantante como la generosidad”. Braulio Peralta, por su parte, es también el compilador de la bancada periodística intelectual del libro: Juan Gabriel: Lo que se ve no se pregunta (Ediciones B), sobre el fenómeno de Juanga, que convocó a un personal, mucho más diferente e interesante, aunque sin reflectores de pocos watts que los habituales de nuestra farándula: Sabina Berman, José Homero, Adriana Malvido, Sanjuana Martínez, Luis Manuel Arellano, José Luis Martínez, Wenceslao Bruciaga, Ernesto Reséndiz Oikión, María Rivera, Juan José Rodríguez, Andrea Tirado, Hernán Bravo Varela, Pavel Granados, Antonio Bertrán, Guillermo Arreola, Antonio Marquet, Juan Carlos Bautista y el propio Peralta. Todos participan con esa otra versión que, a mi juicio, se antoja más interesante que la remembranza en caliente, en torno a los muchos y variados juangas que emergieron a través de unas canciones que son parte de la educación sentimental de un mexicano que, en otros momentos de nuestra historia sentimental veneró, por ejemplo, a El Santo y sigue en deuda cada año con la guadalupana.

Ambos libros, se complementan en los resbaladizos terrenos de la interpretación de la verdad y la mentira vuelta leyenda urbana. Sin embargo, ninguno de los dos, tomaron en cuenta la opinión del disquero que conoció más a fondo, su fenómeno en el terreno de la composición, grabación y concreción de un disco: Jorge Ávila, de Sony Music, que lo conoció y trató sin ningún tipo de máscara; y que vaya si conoció en su tinta melódica al de Juárez, como ninguno.

pepenavar60@gmail.com

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