El futbol nos regala momentos únicos, de esos que se disfrutan y se presumen. México sigue con rumbo fijo, apuntando la flecha del Mundial Sub-17 a lo más alto y con la confianza que le da el mantenerse invicto.

Bien lo dijo alguna vez Alfredo di Stefano: “Ningún jugador es tan bueno como todos juntos”, y tal parece que el grupo de Mario Arteaga ha seguido fielmente la filosofía de compenetrarse como equipo y dejar de lado los individualismos para comportarse como familia dentro y fuera del campo.

Por tercera ocasión consecutiva la Selección Mexicana está instalada en las semifinales de un Mundial de la categoría, demostrando que la astucia y la inteligencia han sido claves a lo largo del torneo.

Es cierto que por lapsos, México no halló el camino adecuado para mermar la meta rival, pero también lo es que justo en esos instantes, sus delanteros supieron resolver las oportunidades que tuvieron, primero Zamudio con una afortunada y atinada volea, y posteriormente Salazar mediante un tiro desde los 11 pasos, para así enfriar las aspiraciones de un conjunto ecuatoriano que mostró garra, pero no tuvo contundencia.

La Copa del Mundo ha resultado fascinante para los nuestros, y aún más grato para nosotros que los hemos seguido desde acá, que hemos observado franca mejoría en su juego y conjunción, y que nos seguimos emocionando conforme al transcurrir del certamen.

La siguiente prueba no será nada sencilla, pues nuestro rival en turno, Nigeria, no nos trae recuerdos gratos, ya que precisamente contra ellos perdimos la final en la edición pasada. No obstante, creo fielmente en el proyecto que tiene a este grupo de jóvenes con los reflectores encima y que seguramente nos dará más alegrías.

¡Exitoso regreso! Valieron la pena los 23 años de espera para atestiguar el regreso de la Fórmula Uno a México. Es cierto, había mucha expectativa, incluso cierto nerviosismo por saber si seríamos los grandes anfitriones que el mundo del automovilismo esperaba, y no fallamos. Desde sus diversas aristas, nadie dejó cabos sueltos que pusieran en entredicho el desarrollo del Gran Premio.

El Autódromo Hermanos Rodríguez lució bellísimo e imponente; alrededor de 130 mil almas disfrutamos un evento de primer nivel, que no le pide nada a los que organizan año tras año otras naciones.

La gente hizo su labor desde la tribuna, alentando y saboreando los distintos tintes de una carrera magnífica que culminó con el triunfo de Nico Rosberg, mismo que coronó luciendo el majestuoso sombrero de charro.

Eso sí, sólo hubo un consentido y favorito entre la afición y ése fue Sergio ‘Checo’ Pérez, quien dio el máximo para sumar algunos puntos tras finalizar octavo. La gente aplaudió y se emocionó con dos rebases que le permitieron terminar de mejor forma la carrera, aunque desgraciadamente, las llantas no le rindieron lo suficiente para buscar una mejor posición.

Así se coronó un fin de semana redondo, con una organización perfecta que demuestra que México está listo para dar la bienvenida a eventos deportivos de gran magnitud.

Twitter: @InesSainzG

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