Exito: es la palabra que evoca a la felicidad que produce la victoria, el triunfo, la satisfacción cuando se hace algo bien, cuando se logra lo que se quiere. Éxito es quizá la palabra que mejor resume la carrera de uno de los grandes ídolos del futbol americano, de un hombre que nació para brillar, y que hoy ha decidido ponerle fin a su fantástica trayectoria en el emparrillado.

Su nombre es Peyton Manning, un jugador fuera de serie, que desde niño, indudablemente traía en la sangre la pasión por el americano, pues su progenitor, el famoso Archie Manning, se había encargado de crear en el seno familiar una atmósfera donde este deporte fuera el centro de atención.

Peyton siempre soñó con igualar a su padre, pero no contaba con que el destino le tenía reservada una historia aún más gloriosa, única, inigualable, de esas que se transmiten de generación en generación y que ocupan un lugar muy especial en el corazón de todos los aficionados a la NFL, porque aquí y ahora no importa si se es fan de los Colts o de los Broncos, o incluso de cualquier otro equipo en el que no haya militado el gran Peyton Manning, hoy todos reconocemos y aplaudimos el éxito de uno de los mariscales de campo más grandes en la historia de la NFL.

Fueron 18 gloriosas temporadas en las que nos regaló 71 mil 940 yardas aéreas, 539 pases de touchdown, 265 encuentros como titular, cinco designaciones como MVP de la NFL, 14 veces invitado al Pro Bowl, dos veces ganador del Super Bowl, así como MVP del mismo, sólo por nombrar algunos de los incontables récords que rompió y galardones que recibió.

Los expertos cazadores de talento lo supieron, aunque no creo que hayan imaginado hasta dónde llegaría el talento del chico de la Universidad de Tennessee que arribó a la NFL en el Draft de 1998, cuando lo vimos esbozar aquella imborrable son-
risa cuando fue elegido por Indianápolis, franquicia a la que representaría durante 14 temporadas y que lograría situar en la élite del futbol americano profesional. Hay que decir que los Colts acertaron al elegir a Manning y no a Ryan Leaf. Fue ahí donde vivió sus mejores años, donde logró imbatibles marcas, donde su nombre fue presa de múltiples halagos que lo llevaron incluso a ser considerado el mejor QB y a ganar su primer SB. Fue en esa época, en el Pro Bowl, una semana después de su primer anillo, cuando tuve la oportunidad de entrevistarlo y entender su manera de pensar, comprender que su inteligencia y simpatía siempre fueron de la mano con su profesionalismo.

Después, la vida de Peyton dio un giro en 2012, cuando llegó a Denver, donde sus hazañas continuaron escuchándose y reconociéndose en la Liga.

Mucho se había dicho de su retiro, pero lo cierto es que un jugador de su categoría sólo podía decir adiós tras ganar el Super Bowl, y así fue.

Hoy, la NFL despide a uno de sus grandes íconos, a un hombre que dio su vida por el deporte, al hombre meticuloso, estudioso, y obsesionado por dar grandes alegrías.

Manning cierra con broche de oro una trayectoria única que será recordada por siempre. El éxito fue el reflejo de una personalidad llena de ímpetu y confianza en sí mismo.

Twitter:@InesSainzG

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