Y yo pensé en Juan Jesús Guerrero Chapa, abogado de Osiel Cárdenas.
Guerrero Chapa vivía en una casa de un millón de dólares, en Southlake, Texas. Los enemigos de Osiel tardaron tres años en ubicarlo. Pero lo hicieron al fin. En mayo de 2013, en el estacionamiento de un centro comercial, un enmascarado bajó de una Toyota y lo acribilló.
El abogado había sido una pieza clave para que una corte federal redujera a sólo 25 años una sentencia a cadena perpetua que pendía sobre el líder del Cártel del Golfo. El juicio se realizó en secreto y sus detalles fueron blindados a perpetuidad. La historia del pacto entre Osiel Cárdenas y el gobierno de Estados Unidos se publicó hace unos meses, sin embargo, en The Dallas Morning News.
Vale la pena traerla a cuento. Extraditado en 2007 a una prisión cuyo nombre no fue revelado, Cárdenas sopesó los beneficios que podría traerle el hecho de declararse culpable de cinco cargos por narcotráfico, y entregar a las autoridades estadounidenses los nombres de los narcotraficantes que dirigían el movimiento de droga de Colombia a México, y particularmente de Tamaulipas a Estados Unidos, a través de Texas, Houston, Dallas y Arizona.
El acuerdo incluía la entrega de 50 millones de dólares a la DEA.
El dinero fue recaudado entre jefes del Cártel del Golfo y Los Zetas —organización que el propio Osiel Cárdenas fundó para integrar su círculo de seguridad—, y llevado en la cajuela de un auto a la frontera de Reynosa. El encargado de realizar las entregas fue precisamente el abogado Guerrero Chapa. Los fajos de billetes eran recibidos por agentes de la DEA que cruzaban pitando la línea fronteriza.
El narcotraficante Jesús Enrique Rejón reveló más tarde que Los Zetas conocieron los detalles del pacto que Osiel había hecho con el gobierno de Estados Unidos, a través de un soplón que uno de sus capos, Heriberto Lazcano, El Lazca, tenía en la DEA.
Lazcano sospechaba que su ex jefe estaba buscando un arreglo y había dicho al abogado Guerrero que en caso de una traición, “vendría una guerra que el Golfo no podía ganar”.
La guerra vino y fue monstruosa. Originó la serie de matanzas más brutal en la historia de la delincuencia organizada.
El abogado de Osiel proporcionó a la DEA una gran cantidad de “inteligencia”. Se cree que una víctima de esa información fue el propio Lazcano, abatido en 2012 en Progreso, Coahuila.
Al final, la DEA debió frotarse las manos de gusto. Se quedó con 50 millones, además de casas, aviones y helicópteros. Incluso el sanguinario líder del Cártel del Golfo salió extraordinariamente bien librado. Podría dejar la cárcel en solo ocho o nueve años, a los 64 de edad.
Nuestro país no podría decir lo mismo. Hubo un salto de sangre en Tamaulipas: de 26 homicidios dolosos al mes en 2008, a 60 en 2010, a 71.25 en 2011, y a 84.67 en 2012 —rango que lamentablemente se mantiene hasta nuestros días, según datos del Observatorio Nacional Ciudadano.
Al momento de escribir estas líneas, el gobierno mexicano seguía esperando que Héctor Palma Salazar, El Güero Palma, viejo líder del Cártel del Pacífico, cruzara la línea fronteriza San Diego-Tijuana.
En 1995, el año de su detención, la fortuna de Palma fue calculada en mil millones de dólares. Como Osiel, El Güero Palma fue extraditado a Estados Unidos en 2007; como a él, los fiscales de Estados Unidos le propusieron a su abogado, Frank Ragen, un acuerdo: entregar nombres de personajes y datos sobre el movimiento de drogas en México, según información que se halla en poder de la PGR.
Palma purgó sólo ocho de los 16 años que le correspondían.
Ayer, en el programa de radio de Ciro Gómez Leyva, el periodista Víctor Hugo Michel reveló que, luego de que el narcotraficante se declarara culpable ante una corte federal estadunidense, el juez que lo condenó decidió imponerle sólo cien dólares de multa, a pesar de que el Departamento de Justicia recomendaba que ésta fuera de al menos cuatro millones de dólares. El juez Larry Alan Burns desestimó, sin embargo, la propuesta.
¿Por qué? Nadie lo sabe. Pero no es difícil pensar que también en el caso de El Güero Palma la DEA se frotó las manos de gusto, y que al igual que Osiel, el ex líder del Cártel del Sinaloa salió de su experiencia americana extraordinariamente bien librado.
No es difícil pensar que mientras todos se beneficiaron con el pacto, el encargado de pagar los platos rotos fue otra vez el mismo. México.
¿Qué le costó a El Güero Palma alcanzar la libertad? ¿Millones, casas, aviones, helicópteros?
Hoy está de regreso.
@hdemauleon
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