Por: Cristina Hernández

En la esquina de la Avenida Juárez y el Eje Central Lázaro Cárdenas, destaca un imponente edificio color blanco, con tres cúpulas, diversas estatuas custodian su entrada a todos quienes deseen conocerlo. Se encuentra a un costado de la Alameda central, es el Palacio de Bellas Artes.

En la explanada, sobre pedestales de mármol se encuentran cuatro caballos alados a punto de emprender el vuelo. Estos seres míticos, llamados pegasos, simbolizan la ascensión de los Genios del drama y la lírica hacia la morada de las musas que bien pudiera ser el Palacio pues ha sido la casa máxima de expresión cultural en el país, dedicado a las bellas artes en cada una de sus manifestaciones.

En la fachada pueden encontrarse imágenes singulares como cabezas de un coyote, un mono y de guerreros águila y tigre, flores con características mexicanas, mascarones y la cabeza de un perro que representa a Aída; mascota del arquitecto encargado de su construcción inicial: Adamo Boari.

En su cúpula principal hay cuatro figuras aladas que vigilan la ciudad, las cuales representan el drama, el drama lírico, la comedia y la tragedia. A manera de corona, se encuentra el águila azteca con las alas extendidas y devorando una serpiente.

Durante años, el Palacio ha visto diariamente ve el ir y venir de las personas quienes pasan, lo observan, lo admiran, sacan fotografías. Los niños que corren y juegan ante sus puertas, en las jardineras la gente que se sienta a esperar, platica, ríe. Llegan turistas quienes no dudan en entrar a conocerlo. En la entrada principal hay personas leyendo, refugiándose de los rayos del sol.

Esta casa de las artes, recibe a sus visitantes con las puertas abiertas, a quienes les interesa ver el museo, presentaciones de ballet, de teatro o el concierto de alguna orquesta sinfónica.

A la entrada el ambiente cambia completamente, dejando atrás el calor para sentir la frescura que emanan sus paredes de mármol. Y si se caminan diez pasos más, se encontrará un pequeño museo llamado “El Rincón del Tiempo.” En él, las fotografías, folletos, recortes de periódico, carteles y programas de mano cuentan los primeros años de vida del antes Teatro Nacional y hoy Palacio de Bellas Artes.

La Historia

El presidente Porfirio Díaz ordenó su construcción al final de su mandato, con motivo de la celebración del Centenario del Inicio de la Independencia de México. El 2 de abril de 1904, se colocó la primera piedra.

En el espacio que hoy ocupa el Palacio de Bellas Artes, se encontraba el antiguo Teatro Nacional. Fue considerado como el más importante en la vida artística y cultural de México en la segunda mitad del Siglo XIX.

Como parte del programa de obras arquitectónicas con el cual se pretendía embellecer la ciudad a inicios del siglo XX, se pensó primero en remodelarlo, pero se optó por demolerlo y construir otro que fuera más acorde a la modernización y al crecimiento urbano. El fin era ser comparado con la Ópera de París, que en esa época era el teatro más importante del mundo.

En 1901, las autoridades y el arquitecto Adamo Boari, decidieron construirlo a un costado de la Alameda Central. Los trabajos comenzaron en 1904 con el objetivo de terminarlo en cuatro años. Boari diseñó un edificio mezclando los estilos Art noveau y Art decó.

En su construcción, se utilizaron mármol blanco de Carrara y de diversos tonos en el interior. Sin embargo, debido a problemas técnicos y de presupuesto, su construcción se fue demorando.

El estallido de la Revolución Mexicana y la difícil situación económica, provocaron que Adamo Boari regresara a Europa en 1916. Hasta esa fecha, se había terminado casi todo el exterior, excepto el recubrimiento de la cúpula. Debido a esto, la construcción se retrasó por mucho tiempo, hasta que años después se retomaron los planes para terminarlo.

Durante el periodo presidencial de Pascual Ortiz Rubio, en 1930, el arquitecto Federico E. Mariscal fue el encargado del proyecto de conclusión del Teatro Nacional. Fue hasta 1932, con el apoyo del Secretario de Hacienda Alberto J. Pani, que la obra se concibió como un edificio que albergaría varios museos. Por lo cual, cambió el nombre de Teatro Nacional al de Palacio de Bellas Artes. Así, el Palacio fue concluido por el arquitecto Mariscal el 10 de marzo de 1934.

El 29 de septiembre de ese mismo año abrió sus puertas por primera vez al público. La inauguración fue encabezada por el presidente Abelardo L. Rodríguez y con este motivo, se presentó la obra teatral La verdad sospechosa de Juan Ruíz de Alarcón, interpretada por la actriz Teresa Montoya.

Desde adentro

Lo que más llama la atención dentro del Palacio de Bellas Artes es la sala de espectáculos, la cual tiene lugar para casi dos mil espectadores. Aquí se presentan un sin número de artistas, principalmente de danza de todos los géneros. En ella, el Ballet Folklórico de México (BFM) realiza sus presentaciones cada domingo.

La Orquesta Sinfónica Nacional, la Compañía Nacional de Teatro, la Compañía Nacional de Ópera y la Compañía Nacional de Danza; presentan aquí sus temporadas. Así como diversos artistas que se han presentado en este espacio, tales como: María Callas, María Teresa Montoya, Zubin Mehta, Luciano Pavarotti, Plácido Domingo, Teresa Berganza, Birgit Nilsson, Marilyn Horne, Alexander Kipnis, entre otros.

En el escenario de esta gran sala de espectáculos se encuentra la cortina contra incendios (única en el mundo dentro de un teatro de ópera) con un peso aproximado de 24 toneladas, ya que está hecha de acero y zinc. Fue una de las obras de arte ordenadas por Boari para el Palacio. Está hecha a manera de un rompecabezas, ya que con casi un millón de piezas de cristal de diversos colores, forma el paisaje del Valle de México con los volcanes Iztaccíhuatl y Popocatépetl, vistos a través de un ventanal.

Existen varias versiones del autor de la singular cortina, una de ellas dice que fue el Doctor Atl el artista que la elaboró. Sin embargo, en la “Guía para exploradores” titulada Una Visita al Palacio de Bellas Artes, se afirma lo siguiente:

“Se ha dicho que el autor de este paisaje fue el pinto Gerardo Murillo, mejor conocido como el Dr. Atl, pero esto es falso según estudiosos de su vida y obra, e investigadores de la historia del Palacio de Bellas Artes. Hugh F. McKean, basado en el archivo de Louis Tiffany, concluye que la admirable cortina es ´el resultado de la creación de muchas personas inteligentes’, refiriéndose al presidente Díaz, que solicitó la cortina a Tiffany; al escenógrafo Harry Stoner (…) y a los artesanos que la realizaron.”

En la misma sala, hay un vitral que la ilumina. Fue creado por el artista Géza Maróti, representa a Apolo, dios griego de las artes, rodeado por las musas quienes según la mitología griega inspiran a los hombres. Son las nueve hijas del dios Zeus y de Mnemosina, diosa de la memoria.

Las musas que se encuentran representadas son: la poesía épica, la diosa de la música, la musa de la historia, del teatro, de los himnos y la mímica, la de la poesía lírica, la musa de la comedia, la de la danza y la diosa de la astronomía.

Además de la sala principal, el Palacio cuenta con la Sala Adamo Boari, la Sala Manuel M. Ponce, una cafetería, una librería y salas de exposiciones temporales y permanentes.

Los Museos

El Palacio, también es sede del Museo del Palacio de Bellas Artes, el cual fue inaugurado por el presidente Miguel Alemán Valdés y por el entonces director del Instituto Nacional de Bellas Artes, el maestro Carlos Chávez, el 18 de septiembre de 1947. En él se presentan exposiciones temporales, de arte moderno y contemporáneo.

Alrededor de las diversas salas se puede apreciar la exposición permanente de obras de los grandes muralistas mexicanos. Entre estos destacan: “El Hombre en el Cruce de Caminos” de Diego Rivera, “Khatarsis” de José Clemente Orozco, “Nueva Democracia” de David Alfaro Siqueiros, “Nacimiento de la Nacionalidad” de Rufino Tamayo, “Liberación” de Jorge González Camarena, “Alegoría del Viento” de Roberto Montenegro, “La Piedad en el Desierto” de Manuel Rodríguez Lozano y “Carnaval de la Vida Mexicana” también de Diego Rivera.

En el tercer piso, se encuentra el Museo Nacional de Arquitectura, donde se conservan los planos originales del Palacio de Bellas Artes, realizados por sus arquitectos: Adamo Boari y Federico Mariscal. También hay planos de otros arquitectos contemporáneos.

Las exposiciones presentan lo más destacado de la arquitectura contemporánea y el urbanismo de México y otros países, los cuales se reúnen en planos, maquetas, colecciones fotográficas de obras arquitectónicas y, en ocasiones, se presentan también muestras de la arquitectura de siglos anteriores. Además tienen un intercambio constante con otros museos en distintos estados de la República.

Remodelaciones

En los últimos años, se le han hecho diversas remodelaciones tanto al Palacio mismo como a sus alrededores. En 1993 se construyó el estacionamiento subterráneo. Al año siguiente, se remodelaron las salas de exhibición del museo del Palacio de Bellas Artes, y del año 2000 al 2004 se restauraron sus cúpulas. Sin embargo, la mayor remodelación se realizó en el teatro, pues se cambiaron las plataformas, la tramoya, el escenario, la iluminación, y las butacas.

Fue declarado monumento artístico por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, (UNESCO) en el año de 1987 y en este año, el Palacio de Bellas Artes celebra su 82 aniversario.

Durante estos años ha sido testigo fiel de presentaciones, obras, pinturas; incluso, ha despedido a grandes escritores, poetas, artistas y demás personas que junto con el Palacio de Bellas Artes han tenido historias para contar.

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