Desde una perspectiva racional resulta difícil entender cómo un partido político que está cerca de su ocaso (era una estrella brillante y está a punto de convertirse en una enana amarilla) se empeña en tomar decisiones que erosionan más su maltrecha reputación. Morena está a un paso de quitarle su posición como el tercer partido más votado del país. Entender al PRD pasa por captar la lógica profunda de sus corrientes que han abandonado todo ejercicio teórico e ideológico y se han convertido en gestores de poco alcance. La izquierda perredista pierde brillo y pierde arraigo. Ya no tiene a esos militantes que defendían a capa y espada una ideología alternativa y aunque es verdad que pasaban más tiempo justificando por qué todas sus utopías (desde la URSS hasta la Venezuela de Chávez) han fracasado, la verdad es que le daban mística y fervor (necesarias en cualquier partido político) a una estructura hoy dominada por políticos capaces de traficar con tinacos sin ningún remordimiento.

Sus candidaturas competitivas a cargos de elección popular son pocas. Sólo en Tlaxcala tienen una candidata competitiva y salvo que consoliden en Quintana Roo la posición de Carlos Joaquín o en Oaxaca la de Estefan, en el resto de las alianzas parecen más bien el furgón de cola (Veracruz) y en algunos casos (como Chihuahua) están llamados a hacer un papelón.

Pero lo más llamativo (visto sin pasión y como si fuese el declinar de una estrella) es ver cómo en la capital son incapaces de corregir el rumbo y ceden mayores espacios a Morena. Si en las últimas elecciones (2015) los arrinconaron, en la Constituyente es muy probable que les propinen un golpe que convierta al otrora partido hegemónico en una fuerza política del tamaño del PRI o del PAN. No hay un liderazgo que intente atajar ese hundimiento. Es impactante comprobar que (según una encuesta de Buendía) los tres momentos más impopulares de la administración de Miguel Ángel Mancera sean decisiones que el propio gobierno instrumentó. La primera es la subida de las tarifas del Metro, la segunda el Hoy No Circula y la tercera el Reglamento de Tránsito. Puede uno estar de acuerdo en que el Hoy No Circula se ha convertido en un problema en que el gobierno tiene poco margen. Vaya y pase. Pero que un gobierno democrático se aferre a un reglamento de tránsito tan impopular, rebasa lo comprensible. Si tienes una crisis política y te dicen que aquello que más te está costando es el mentado ordenamiento vial y la respuesta es aferrarse al reglamento como si fuera por Dios mismo enviado, nos remite a aquello del que por su gusto muere… Morena recoge el descontento popular como si fuera una aspersión divina.

Una segunda incógnita proviene del hecho de que el partido es refractario a los cambios. Sus pequeños liderazgos son incapaces de ceder parte del terreno y las prebendas que ya controlan. La ideología y su vocación democrática les importan (a quienes controlan las delegaciones) cuatro pimientos y seis pepinos. Para ellos un programa de izquierda no significa nada más que un vago discurso igualitario. Los puede comprar Gobernación o cualquier gobierno estatal que les proponga algún trato, porque para ellos no hay ningún tipo de incentivos colectivos para salvar a un partido que se identificaba con la causa de la democracia. Buena parte de los diputados locales (empezando por su coordinador) podrían estar en el PRI, en el PT o con cualquier otro partido. Para ellos lo único importante es lucrar con los recursos públicos y garantizar su perpetuación. El PRD capitalino es un caso típico de incentivos selectivos que dominan sobre los colectivos, por eso aunque el barco se hunda, ninguno de sus tripulantes parece dispuesto a salvarlo, porque sus equipajes les importan más que el mismo barco. Eso explica por qué en medio de la crisis ambiental el partido esté borrado. Y ante la perspectiva de que la Asamblea Constituyente quede dominada por Morena (en su componente electiva se entiende) el PRD es incapaz de reaccionar. No han entusiasmado a la gente con un genuino propósito de reforma, sino todo lo contrario.

El PRD agoniza en su propio bastión porque es incapaz de reformarse. Morena está llamada a convertirse en la fuerza política hegemónica de la capital y el eje articulador de la izquierda a nivel nacional.

Analista político.

@leonardocurzio

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