Vaya, por fin una película (Los jefes) hecha con casi tres pesos (de las arcas de los productores: El Cártel de Santa) que parece de más, y que no sólo retrata uno de los tentáculos del crimen organizado allá en la sultana del norte (el narcomenudeo) sino que se siente creíble y, al mismo tiempo increíble por ciertos planeamientos. Por ejemplo, el filme (el término va a irritar a nuestros pizpiretos críticos de cine, que ni de chiste se rebajan ante este modelo de otro cine mexicano, valedor) de Chiva Rodríguez, tiene varias moralejas, como por ejemplo: nunca hay que ir a comprar marihuana al peligroso barrio de Santa Catarina, en Monterrey, Nuevo León, conduciendo una Hummer nuevecita, y menos acompañado de un sátrapa como El Greñas, el dealer de Poncho: un hijo de mami y papi.

Nunca hay que confiar en gordos peligrosos casi analfabestias como El Bomba (interpretado por Millonario) y menos si le deben dinero a otros narcotraficantes prepotentes como El Perro (encarnado por Babo, del Cártel, que también funge como guionista de la peli) que tiene agarrado de los tanates al Bomba. Mucho menos hacerla de chofer del explosivo y animales que lo acompañan en su tour mañanero de drogas y dinero fácil, confiando en que las cosas no se salgan de control que, para bien de los muchos y muy buenos planos secuencia de la película, se salen.

Así, al Bomba se le ocurre entrar instantáneamente al mundo del secuestro (que no es su rubro) le habla al papá de Poncho —sin saber en la que se está metiendo— para negociar el rescate de su gordo y claro se desata una espiral de violencia gráfica y explicita donde, entre otras muy malas cosas, se muestran las posibilidades del bate de beisbol, sin que haya juego de por medio y las dobles, triples y hasta cuartas caras de la maldad regiomontana al límite. Mientras claro los del Cartel de Santa, hip-hopean y ¿por qué no? con esos rostros angelicales que Dios les ha dado, hasta actúan, algunos de ellos en su propia película.

¿Quiénes son más malos?: ¿El Bomba?, ¿El Perro?, ¿Los que ya pasan de la mota y la coca para entrar al cristal y otros riesgos nada calculados?, ¿Los policías regios, que ven la Hummer sin placas y quiere hincar luego luego el diente?, ¿El papá de Poncho que juega, como El Santo, con la doble personalidad y da lecciones de bateo mejor que Robert De Niro en Al Capone?, ¿Los del Cártel de Santa, que no dejan de rapear e intimidar? Vaya uno a saber, cuando el destino ya quiere salirse hasta de la película que funciona como una tragicomedia más negra que la noche, en donde el común denominador es que nadie sabe para quién acaba trabajando, ni para quien muriendo.

No sólo está en la plataforma de Netflix sino que ya rola en DVD y, la verdad, vale mucho la pena porque si no se refiere a una realidad extremadamente peligrosa, está muy cerca.

Los de estómago débil, favor de abstenerse.

pepenavar60@gmail.com

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses