Maniobras de baja política –arteras, chantajistas e ignorantes– llevaron a asimilar a varios políticos de izquierda a Hugo Chávez. Lo hicieron ecuatorianos de derecha contra Correa, peruanos enfrentados a Humala, argentinos antikirchneristas e incluso el conservadurismo español para descalificar a Podemos. México no ha sido la excepción. Todavía está fresca esa campaña negativa de Calderón en la que AMLO fue comparado a Hugo Chávez. Son los mismos que ven un “peligroso populista” en todo aquel que tenga en su agenda al pueblo llano.

Recientemente han revivido estas comparaciones, pero ahora asimilando a López Obrador con Maduro. Es una comparación grave porque el régimen madurista ha vulnerado abiertamente los principios fundamentales de la democracia, comenzando por el atropello al parlamento elegido por la mayoría, el ataque a todo vestigio de poder independiente, el uso excesivo de la fuerza para reprimir a manifestantes, las casi 100 muertes en las calles, las más de 3 mil detenciones arbitrarias y los cerca de 400 presos de conciencia. Nada más lejano a la experiencia política y de gobierno de López Obrador.

No hace falta explicar que Andrés Manuel no tiene nada en común con la tradición militarista del chavismo-madurismo, ni que las condiciones en que emergió este último (con un sistema de partidos colapsado) se asemejan a la realidad del México actual. Aún suponiendo que AMLO quisiera parecerse a Chávez o a Maduro, México es un país completamente distinto a Venezuela.

Lamentablemente, una parte de la izquierda mexicana ha sido reticente a condenar la línea autoritaria de Maduro y , al considerarlo víctima de una conspiración imperialista. Hasta hace poco, algunos militantes de Morena que no pertenecen al círculo más cercano a AMLO han coqueteado con posturas chavistas (aunque no necesariamente maduristas). En mayo se generó un escándalo cuando la Embajada de Venezuela publicó un mensaje en Twitter donde celebraba el “acompañamiento” de esa fuerza política, para retirarlo posteriormente. Morena más tarde se desentendió y señaló que “no interviene en los asuntos de otros países”. Pero el daño estaba hecho y la duda quedó sembrada.

Por esas mismas fechas se rescataron , la secretaria general de Morena, pronunciadas en octubre de 2016 (y ). En una conferencia con la Embajadora de Venezuela, Polevnsky relataba haber estado varias veces en ese país y expresaba su respeto un régimen que dice ser “víctima de una guerra en su contra”. En la dirigente termina diciendo: “ayúdennos a difundir la verdad. Ayúdennos a hablar de la grandeza de Hugo Chávez y de lo grande que es el gobierno bolivariano de Venezuela. De la admiración y el respeto que nos genera”.

Probablemente, a la luz de los acontecimientos que han tenido lugar en Venezuela en los últimos meses, ningún militante de Morena repetiría un discurso como el de Polevnsky, pero el antecedente está y tarde o temprano será utilizado para dañar la candidatura de AMLO.

En una suerte de deslinde, Andrés Manuel en el que acusa a sus opositores de llamarlo populista y de compararlo con Maduro o con Trump. “Mándalos por un tubo, no tengas miedo”, concluye diciendo. Es de celebrarse que finalmente López Obrador haya optado por romper el silencio frente al tema, pero su deslinde necesita más claridad y contundencia.

Morena debería ser capaz de discutir el tema internamente, condenar de forma contundente la deriva autoritaria del madurismo, aunque le pese a uno que otro cuadro radicalizado y confundido (a fin de cuentas, no es gracias a ellos que se ganan elecciones) y recordar a la ciudadanía por qué es y será una izquierda completamente diferente. No hacerlo podría terminar costándoles más caro.


Analista político
@hernangomezb

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses