Frente a la amenaza del Presidente Trump de deportaciones masivas, “Un día sin inmigrantes” mostró a Estados Unidos, a México y al mundo, una vigorosa protesta así como la importancia del trabajo de los inmigrantes principalmente mexicanos y latinos para los servicios múltiples, las escuelas y universidades, la construcción, los centros de investigación, de desarrollo de nuevas tecnología en Estados Unidos. Su trabajo fortalece la economía. La protesta mostró también la solidaridad con los inmigrantes de los patrones, empresarios, gente que depende de sus servicios, maestros, que se vieron afectados por el paro necesario para la manifestación y la protesta. No hubo quejas de los cientos, miles de negocios que se vieron afectados, sino comprensión y solidaridad en general de los patrones, a pesar de las pérdidas económicas que seguramente la ausencia en sus labores representó. Anuncian un paro el lo. de Mayo. Nosotros, acá, les debemos un movimiento de unidad y apoyo, sin fisuras políticas. Sin olvidar que nuestra frontera al Sur del Río Bravo es también la frontera de Estados Unidos y con toda América Latina.

Allá, protestaron y dijeron ¡Basta reconozcan nuestras aportaciones, no nos traten como delincuentes, no lo somos, trabajamos y queremos un trato humanitario! ¡Estados Unidos es un país construido por migrantes! Allá viven 35 millones de personas de origen mexicano, la mayoría con residencia o nacionalidad estadounidense. De un total de 11 millones de indocumentados , la mayoría, cerca de 6 millones, son mexicanos. Lo que sucede en Estados Unidos: racismo desatado, odios desatados y deportaciones, afecta a todos los inmigrantes, con o sin papeles, y en particular a los de origen mexicano y latinos.

Es cierto que en las protestas en las calles la mayoría fueron latinos y mexicanos en particular, mayormente amenazados cuando el Presidente Trump los acusa de delincuentes y violadores. Pero también se unieron a las protestas inmigrantes de otras nacionalidades que han sido atacados con políticas públicas, como los musulmanes. Participaron en las protestas mujeres, hombres, jóvenes y niños de otras nacionalidades.

El paro y la movilización abarcó varias ciudades, entre ellas de manera destacada, Nueva York, Chicago, Philadelphia, Los Ángeles, Washington, Houston y otras más. Las amenazas contra los inmigrantes indocumentados son muchas, las deportaciones se han iniciado y hay razones para salir a las calles, elevar la voz, dejarse ver y protestar de manera enérgica. Nos pusieron el ejemplo, lo hicieron, unidos, sin fisuras. La inmensa mayoría de los inmigrantes son gente que trabaja duro, que busca labrarse un nuevo camino, cuyos servicios, destrezas o conocimientos son, no sólo útiles, sino necesarios. ¿O alguien puede pensar que estarían allá, que hubieran migrado, si no hubiera empleo? Es más que evidente que han ido a trabajar, que contribuyen al desarrollo de la economía, que aportan mucho en diversas ramas, y que no se trata de un fenómeno social nuevo pero si mal comprendido, desatendido, politizado, abandonado y al que se han cerrado las vías legales. Las inmigraciones de mexicanos iniciaron desde 1917, fueron la mano de obra indispensable en la construcción de carreteras y ferrocarriles, durante la II Guerra Mundial, indispensable para la agricultura que evitó hambrunas, el programa Bracero acordado por México y Estados Unidos estuvo en vigor de 1942 a 1964.

El problema es el atraso de las leyes migratorias de Estados Unidos respecto a realidades sociales y económicas, se reconoce pero no hay solución. O, acaso no es cierto que en el gobierno de George W. Bush hubo una iniciativa bipartidaria de reforma migratoria, a la que los republicanos mayoritariamente cerraron el camino e hicieron fracasar. En el gobierno de Obama hubo otro intento de enfrentar la realidad de la inmigración con otra reforma. El Tea Party y el Partido Republicano en la Cámara de Representantes la llevaron nuevamente al fracaso. En ambas se incluía un camino para que quienes ya estaban en Estados Unidos pudieran regularizar su situación migratoria y programas de trabajo temporal. Y bueno, ahora el gobierno del Presidente Trump no ve siquiera la posibilidad de impulsar una reforma migratoria que responda a la realidad de la inmigración. Por el contrario, pretendería deportar a once millones de indocumentados según afirmó en la campaña electoral o por lo menos comenzar con tres millones.

Las deportaciones se han iniciado ya. A hombres y mujeres deportados se les da trato de delincuentes, salen de Estados Unidos esposados de pies y manos. Llevan consigo el dolor de familias destrozadas y del miedo que se expande en sus comunidades. El Washington Post publicó este viernes una nota sobre un documento de 11 páginas donde aparecía el nombre del Secretario de Seguridad Interior, General John F. Kelly, que decía habría una movilización de 100,000 elementos de la Guardia Nacional para intervenir en las deportaciones. El Vocero de la Casa Blanca Sean Spicer, dijo que 100% no era verdad y que era irresponsable. Sin embargo, contribuye al miedo a la deportación que afecta a comunidades enteras.

Apunte político, Dejemos de usar el término inmigrantes “ilegales” porque no son delincuentes, al entrar sin papeles transgredieron una norma administrativa, debe llamárseles “indocumentados” (sin documentos), en Francia se les llama “sans papier” (sin papeles).

Periodista y analista internacional

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