Un año después de la severa crisis ambiental ocurrida en la Ciudad de México, por los altos niveles de contaminantes en el aire, hoy el escenario en la capital, tras cinco días de mantener la Fase 1 de contingencia ambiental, es prácticamente similar, pese a la promesa de las autoridades federales y de las entidades que conforman la megalópolis, así como de la Comisión Ambiental de la Megalópolis (CAMe), de que se implementarían acciones conjuntas que evitarían una nueva crisis ambiental en la capital.

Sin embargo, como se ha podido constatar estos días por la pésima calidad del aire en la capital de la República, que registra en todas las delegaciones más de 100 puntos IMECA de ozono, y en delegaciones como Iztapalapa e Iztacalco incluso alcanzó 157 y 151 puntos, respectivamente, pareciera que las supuestas medidas o no se implementaron —o no se hizo adecuadamente— o al ser aplicadas no dieron los resultados esperados, con lo que hoy, de nueva cuenta, la CDMX se acerca peligrosamente y a costa de la salud de sus habitantes y de su viabilidad económica, a una parálisis.

Es en este contexto que ayer el tema de la contaminación volvió a generar reclamos del jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, hacia el gobierno federal. El reclamo se centró en que la CAMe propuso la restricción de la circulación de motocicletas durante las contingencias ambientales, únicamente en la CDMX, lo cual fue rechazado por el gobierno capitalino, por ser desigual y afectar, afirmó el jefe de Gobierno, la economía de la gente. Mancera además insistió a la Federación para que dé a conocer cuántas verificaciones —a cargo de la SCT— se están haciendo a los vehículos pesados, ya que, dijo, ha habido ‘muchos’ detenimientos en la capital de unidades con placas federales ostensiblemente contaminantes.

Por lo pronto, e independientemente de dimes y diretes entre los políticos, para este sábado se pronostican también condiciones atmosféricas desfavorables, por lo que se mantiene la Fase 1 de contingencia ambiental, la más larga ya en 17 años, con todas las implicaciones que ésto tiene para la calidad de vida y economía familiar de millones de personas.

Aunque ésta no sea la contingencia ambiental más grave que haya vivido la Ciudad de México —el año pasado, de hecho, se registraron niveles de concentración de ozono más preocupantes—, sí es la más duradera y por ese solo hecho debería encender todas las alertas.

Debido a los nulos resultados de las medidas implementadas a partir de la entrada en vigor de la nueva reglamentación de la CAMe, urge sí una revisión a dichas acciones, pero principalmente una verdadera coordinación y compromiso entre los distintos niveles de gobierno involucrados en este tema y la CAMe, de lo contrario el tiempo nos alcanzará, y sin exagerar, la gran urbe se colapsará.

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