Ya no está a discusión que México, en el nuevo contexto de las relaciones con Estados Unidos, debe diversificar sus alianzas comerciales más allá de esta nación. No obstante, desmantelar en su totalidad modelos exitosos de asociación e interdependencia con entidades de la Unión Americana tampoco es el camino.
Ante el antimexicanismo de Donald Trump lo que sigue es buscar nuevos aliados en el vecino del norte a nivel local —que sin duda los habrá dados los intereses compartidos existentes—, y establecer alianzas en ese ámbito para contrarrestar los embates provenientes del delirante timonel del gobierno federal estadounidense.
Porque incluso si, como está previsto, se renegocia o cancela definitivamente el TLCAN, la existencia de enormes y complejas cadenas de producción en las que México comparte ganancias con estados como Ilinois, California, Michigan o Arizona —que se verían severamente afectados con la renegociación— es garantía de la continuidad en la propia relación comercial, independientemente del destino del TLCAN.
El mejor ejemplo de la interdependencia de nuestro país con los estados fronterizos estadounidenses es Texas, de quien México es el principal socio mercantil. El intercambio comercial anual entre Texas y México es de poco más de 200 mil millones de dólares a lo largo de los 28 puntos de intercambio que hay entre la línea divisoria común. Prueba de lo mucho que está en juego y del enorme interés que Texas tiene en su relación con México es que ha invertido 5 mil millones de dólares en infraestructura fronteriza para hacer más dinámico el intercambio.
En línea con lo anterior, en entrevista con EL UNIVERSAL, Rolando B. Pablos, secretario de Estado de Texas —entidad gobernada por el republicano Greg Abbott—, manifestó que todo lo proveniente de tierra azteca es bienvenido, y advirtió que Texas nunca dará la espalda a México. Pablos está de visita en el país justo para buscar inversión y dejar claro que en aquella entidad se quiere mantener la relación dinámica y que vayan los mexicanos a invertir sin preocupación alguna. El funcionario agregó que una muralla ya existe entre Texas y México, pero ésta no impide que el comercio transite y que la vida en esa frontera se mantenga dinámica.
Como Texas, habrá otros estados de EU que serán decisivos en la nueva relación entre ambos países, y es a éstos a quienes debemos dirigir nuestros esfuerzos. Desde el nivel local se debe manejar ahora el desarrollo binacional, porque si las comunidades en ambos lados de la frontera se unen, se dan a entender entre sí, y conocen lo que cada cual tiene para ofrecer, ahí es donde comienza el desarrollo transfronterizo.
La de México con EU es una relación profunda, fuerte y en ambos lados estamos de acuerdo en que debemos seguir adelante y reforzarla. Está en nuestras manos forjar esa nueva relación.