Al terminar 2015, especialistas en materia económica vislumbraron igualmente un año complejo de cara al entrante 2016. Y en cierta medida, no se equivocaron. Al pasar de los meses, el peso perdió fortaleza, el crecimiento no cumplió con las expectativas y terminamos el año con un horizonte en el que se avizora un alza inflacionaria.

México, como parte de la economía global, ha sido partícipe de un contexto por sí mismo complejo y 2016 fue muestra de ello. El año comenzó con el anuncio de la caída estrepitosa de la bolsa en China y a mediados de año el Reino Unido decidió salir de la Unión Europea, lo que trajo consigo un impacto económico mundial negativo.

Mientras tanto, el precio del petróleo se ha mantenido en sus niveles más bajos de los últimos años, la economía de Estados Unidos no ha crecido según las expectativas y la Reserva Federal aumentó sus tasas de interés. Al final, una figura inesperada, Donald Trump, se hizo de la presidencia de Estados Unidos con base en una serie de propuestas económicas proteccionistas para su país, pero ajenas a la lógica del contexto global.

De cara a 2017 se prevén también retos importantes, que empiezan con que el 20 de enero próximo, Trump asumirá el cargo. La relación entre México y el vecino del norte es íntima, no solo por los vínculos políticos, culturales, sino por el peso de los intercambios comerciales. A pesar de la incertidumbre inicial respecto a Trump, ambos países somos mutuamente necesarios para la prosperidad de la región.

A nivel nacional, el alza de los precios en los combustibles prevista para enero ha provocado no sólo la indignación social, sino un aumento de las llamadas compras de pánico de gasolina y diésel en distintas partes del país. La situación parece desesperada: desabasto, filas de autos esperando cargar envases antes de enero, además de los llamados a bloquear gasolineras como muestra del descontento social.

Sin embargo, esto no refleja todo lo que es y sucede en México. Cuando llegó 2016 se predijo complejidad económica y, aunque en parte la enfrentamos, no se cumplieron las previsiones más fatales porque la realidad es más diversa que cualquier previsión, como lo es también nuestro país.

Es cierto, 2016 fue un año que nos puso a prueba, pero hemos sido capaces de sortearlo, como también lo haremos con 2017. Nuestro país es más grande que las coyunturas políticas, que las crisis económicas, y eso queda claro con sólo revisar un poco de nuestra historia reciente. México es más grande que sus problemas.

A nuestra nación la sostienen las instituciones, es cierto, pero principalmente las personas que las conformamos. Desde ahí, en unidad, construyamos nuestro destino común este 2017.

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