Lo peor que puede pasar es acostumbrarse a vivir con inseguridad, saber que algunas zonas no son transitables o que después de ciertas horas algunas áreas se vuelven territorio inhóspito y lo mejor es permanecer en casa. En las regiones donde se ha dado con mayor insistencia esa situación, los mexicanos que han podido optaron por emigrar. Hacia 2007 se dio en Ciudad Juárez el fenómeno de que un gran número de empresarios se mudó a Texas, huyendo de la ola de violencia, y dirigían sus negocios desde allá.

En un reporte que presentó ayer la Cámara Americana de Comercio, que aglutina a los empresarios estadounidenses con negocios en México, se dio a conocer que 10 empresas dejarán sus instalaciones actuales para reubicarse en entidades más seguras, mientras que otras seis tomaron ya la decisión de dejar el país para regresar a Estados Unidos o a Canadá. No se dio el dato de cuántas personas resultarán afectadas o cuántos empleos se perderán, pero el hecho grave es la afectación que la inseguridad tiene sobre la economía.

Aquellas empresas que no tomaron la decisión radical de abandonar la zona donde se encuentran, realizaron inversiones en equipo, capacitación del personal y contratación de dispositivos de seguridad. De cualquier modo, la delincuencia elevó ya sus costos entre 2 y 10% del presupuesto anual de operación. Algunos de los delitos más denunciados por los integrantes de la Cámara Americana son extorsión virtual, robo o asaltos a transportistas.

La información presentada detalla los lugares donde se enfrentó el problema. ¿Por qué la autoridad no actuó antes? Si el fenómeno hubiera sido atendido por el municipio o por la entidad, probablemente las compañías no habrían tomado la decisión de mudarse o de irse.

Un trabajo coordinado y planeado de protección —en el que se hubieran evaluado resultados efectivos— pudo haber evitado el éxodo de inversiones vitales para la economía.

El país lleva casi una década envuelto en una lucha constante contra grupos criminales. La pugna sangrienta entre ellos difícilmente podrá erradicarse, la prioridad debe ser inocular a la sociedad civil de esa situación, así como a las distintas actividades económicas.

Eliminar o contener la inseguridad debe ser resultado de una tarea coordinada entre Federación, estados y municipios, pero por el informe, todo indica que tiene que consolidarse.

Que sirva el dato para proteger no sólo a las empresas estadounidenses, sino a cualquier negocio sin importar su tamaño. La vida económica del país no merece estar a merced de la delincuencia.

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