Han habido un serie de virajes dramáticos en el mundo de Trump en las ultimas dos semanas. El Presidente que declaro que Estados Unidos no debe meterse en conflictos extranjeros lanzó bombas en Siria y Afganistán y mandó una flota a las aguas cerca de Corea del Norte. El mismo mandatario, que quería hacer las paces con Rusia y alejarse de Europa, tuvo una serie de confrontaciones ríspidas con el gobierno ruso y afirmo la importancia de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Y mientas había prometido confrontarse con China por manipular su moneda, decidió que eso ya no era problema después de un encuentro bastante cordial con su homólogo chino.

Y al mismo tiempo el muro en la frontera mexicana, su promesa mas frecuentemente expresada, cada vez mas parece un sueño lejano (o quizás una pesadilla lejana), sin apoyo en el Congreso estadounidense.

Hay por lo menos dos lecturas de lo que ha pasado. Uno, que aborde hace un par de semanas en esta columna, es que la realidad se le esta imponiendo. Los generales le han convencido que no puede dejar pasar los conflictos en Siria y Corea del Norte sin meterse, y tomar medidas visibles contra el auto llamado Estado Islámico. Sus consejeros también han reforzado que necesita de los chinos para poner presión a Corea del Norte, y a la OTAN para contener a los rusos, que están del otro lado del conflicto en Siria que EU. Mientras tanto el Congreso dispone del dinero que necesita La Casa Blanca para el muro.

Es muy posible que esto sea la explicación, ya que todos los presidentes aprenden en sus primeros meses que no son actores libres, sino que tienen que representar intereses mas duraderos e inflexibles de su país. Aún un líder tan idiosincrático como Donald Trump no es inmune a la realidad.

Pero hay otra lectura posible, que tiene que ver con las preferencias y el estilo de Trump. Argumentaba en sus consejos sobre negocios que había que dar un golpe al principio para después llegar a un acuerdo, mostrar fuerza y después pactar. Trump es, sin duda, un hombre que entiende no sólo el poder, sino la diplomacia.

Es muy posible que esta estrategia que usaba en los negocios lo esta usando en la política internacional. Amenazar con un muro en la frontera para luego aceptar algo mas chico y menos ambicioso. Dar un golpe visible en Siria y Afganistán para poner nerviosos a los rusos y después llegar a acuerdos. Mandar las tropas a Corea del Norte para presionar a los chinos a que tomen cartas en el asunto.

Es difícil saber si la razón tras estos virajes es por aprendizaje o técnica, o si estos cambios persisten o son solo pasajeros. ¿Hay una estrategia detrás de su política exterior o son ocurrencias del momento? Quizás sólo lo sabremos con el tiempo.

Vicepresidente ejecutivo del Centro Woodrow Wilson

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