Las atarrayas o redes que los pescadores tejen y con las cuales trabajan en los ríos, lagos y mares, son piezas con las que la artista crea obras y procesos artísticos y de activismo ambiental. Con sus obras habla de la lucha y hacen de la naturaleza, sus saberes, organizaciones y

Carolina Caycedo –artista multidisciplinaria colombiana (1978), aunque nació en Londres y vive y trabaja en Los Ángeles-- está en México y, comisionada por el Museo Universitario del Chopo , ha creado la obra “Espiral de sueños compartidos” , instalación creada con el apoyo de cuatro organizaciones mexicanas, que este sábado 29 de enero se inaugura en ese recinto.

“Las atarrayas encarnan la soberanía alimentaria de las comunidades, las autonomías económicas, proyectos de vida que tienen que ver con el campesinado; la gente que pesca, la que lava oro en los ríos también es campesina, y tiene profundos conocimientos ancestrales”.

“Ser ambientalista en América Latina es bastante peligroso”
“Ser ambientalista en América Latina es bastante peligroso”

Foto: Cortesía Museo Universitario del Chopo.

Las redes artesanales, atarrayas, que está usando en el Museo del Chopo, son de cooperativas y un movimiento de México: Cooperativa Mujeres del Manglar, en Zapotalito, Oaxaca; Comité Salvemos Temacapulín, Acasico y Palmarejo; Cooperativa Norte de Tecuala, Nayarit; y la Colectiva Mujeres del Golfo, de Baja California Sur.

“En el caso del Comité Salvemos Temacapulín es una organización que se formó en oposición a la presa el Zapotillo; don Jesús y su mujer, doña Hortensia, cosieron algunas atarrayas para el proyecto”.

Carolina cuenta que hace más de un año comenzó el proceso de solicitar las redes a las comunidades; similar a este ejercicio ha desarrollado otros en Colombia, Brasil y Guatemala. Justamente, su relación con movimiento antirrepresas la acercó al Movimiento Mexicano de Afectados por las Presas y en Defensa de los Ríos (Mapder), y a la Redlab (Red Latinoamericana contra las Presas y en Defensa de los Ríos, sus Comunidades y el Agua).

“Ser ambientalista en América Latina es bastante peligroso”
“Ser ambientalista en América Latina es bastante peligroso”

Foto: Cortesía Museo Universitario del Chopo.

Después vino el proceso de intervenir las redes o atarrayas, pintarlas, darles una forma, pero –aclara-- nunca las redes pierden su función para pescar, podrían volver a usarse.

“Son nueve redes a las que les damos una forma parecida a la que tienen en el momento en que se lanzan al río las atarrayas, y están dispuestas así en el museo; otras las tiramos en el espacio para que se vea esta tecnología ancestral, como un lienzo, les hacemos dibujos de símbolos: el agua, un ojo que te regresa la mirada, un camarón”.

Las redes están estructuradas en un gran móvil, en forma de espiral, en forma descendiente en el atrio: “El espiral es un símbolo con muchos significados en nuestras culturas ancestrales: se refiere al tiempo circular, al sustento, a estas prácticas de las comunidades en relación con los cuerpos de agua, el conocimiento de hasta dónde se puede pescar para no decretar este bien común”.

“Ser ambientalista en América Latina es bastante peligroso”
“Ser ambientalista en América Latina es bastante peligroso”

Foto: Cortesía Museo Universitario del Chopo.

Carolina cuenta que las cooperativas mexicanas que le brindaron sus redes son organizaciones que enfrentan conflictos: “La idea es que a partir de que esas redes están acá, y las vean, puedan conocerse sus conflictos. Por ejemplo en Oaxaca, en Zapotalito, se está construyendo una bocabarra que ha roto el flujo marino de la entrada de agua a una ensenada, a unos lagos, y ha afectado toda la actividad de las pescadoras; en Temacapulín es enfatizar el conflicto del Zapotillo”.

“Ser ambientalista en América Latina es bastante peligroso”, opina Carolina y recuerda que vivimos “una matazón de líderes ambientales en el mundo que tiene que ver con nuestra emergencia climática. Los países donde más los matan --Colombia, Filipinas, Brasil, México--, son los países donde los conflictos extractivos están sucediendo. Esa violencia con la naturaleza se refleja en la violencia hacia las comunidades que están defendiendo sus territorios”.

Carolina ha elegido no hablar de recursos naturales sino de bienes comunes; esta es una posición que responde a que no debemos pensar que éstos están ahí para el servicio de los humanos. “Los bienes comunes son esas cosas que nos sostienen en este planeta, cuerpos de agua, peces; mucha gente los llama recursos naturales, yo no los llamo así, yo evito esa palabra porque esa palabra implica que están ahí para explotarlos. Mis piezas invitan a las personas a pensar en los cuerpos de agua como bienes comunes, algo que heredamos, que tenemos que cuidar para que las generaciones futuras puedan vivir en armonía con ellas”.

Carolina Caycedo participa en movimientos de resistencia territorial, de economías solidarias y de vivienda como derecho humano; su trabajo no sólo aborda el tema del agua sino que desde ahí busca la justicia ambiental, con una mirada interseccional: “No es una mirada puramente ambiental o científica, sino con estos tintes de justicia ambiental, de feminismo, de espiritualidad”.

“Ser ambientalista en América Latina es bastante peligroso”
“Ser ambientalista en América Latina es bastante peligroso”

Foto: Cortesía Museo Universitario del Chopo.

¿Qué te lleva a trabajar sobre esto?

Fue la construcción de la represa (presa) del Quimbo, la segunda sobre el río Magdalena, en Colombia; con lo que se buscaba desviar el lecho del río.

¿Cómo era posible aquello? Eso tocó mi vida y comencé a trabajar en esta temática y con las comunidades afectadas. Desde 2012 vengo trabajando el tema ambiental.

Las atarrayas o redes de pescadores son sistemas artesanales que cada comunidad crea de maneras diferentes. “Las redes son objetos que cargan muchos significados, contienen el conocimiento del tejido ancestral, de la pesca, de la relación del humano con los peces, de cuándo y dónde pescar, de en qué lugares del río. Tiene esos conocimientos y, al mismo tiempo, es un objeto que te da tanto juego escultórico. La atarraya es para mí un punto de encuentro con las comunidades de donde vienen estas redes y el trabajo de estudio en el taller, ahí me da mucho placer el trabajar las redes, jugar con ellas. Esta es una tecnología global, pero con las particularidades de cada cultura, la forma en que se tejen es diferente. Estas redes además refieren conocimientos que están en la naturaleza. Además, digo que nuestra sociedad funcionaría mejor si funcionara como una red de pesca, que es maleable, porosa, atrapa el sustento pero deja pasar el agua”.

Carolina Caycedo resalta que muchas de las defensas de estos pescadores son lideradas por mujeres y que muchas de estas luchas están asociadas al cambio climático: “Es ver y aprender de estas luchas ambientales de base, no de ONGs, sino lideradas por mujeres afro, campesinas, negras, trans, indígenas, porque están al día, y con las propuestas a estos modelos mineroenergéticos. ‘Espiral para sueños compartidos’ es por los sueños que comparten estas personas que están en pie de lucha para una transición que necesitamos, en nuestros ecosistemas, en nuestra forma de ver y habitar el mundo”, dice la artista y lamenta el asesinato de líderes que defienden el medio ambiente como acaba de ocurrir en Cauca, Colombia, o como en México en el caso del líder yaqui Tomás Rojo, asesinado en 2021, quien lideraba la defensa del agua en Sonora.

“Espiral de sueños compartidos. Carolina Caycedo. Arte, comunidad y defensa ambiental” será inaugurada el sábado 29 de enero en la Galería Central del Museo Universitario del Chopo; la muestra estará abierta de miércoles a domingo 11:30 a 18:00 horas. Calle Dr. Enrique González Martínez 10, Sta María la Ribera, Cuauhtémoc.

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