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En el Museo de Memoria y Tolerancia se encuentra “ ¡Nos queremos libres y seguras! Levantamos la voz”, una exposición multidisciplinaria que busca crear conciencia sobre la problemática de violencia de género que vive el país.
La exposición se distribuye a través de nueve salas, donde se presenta la problemática, pero también ofrece ejercicios para reflexionar y plantear soluciones. Las salas son: Los instrumentos de la violencia, Lo que se ve, Lo que guardas, El laberinto, ¿Por qué somos así?, No es tu culpa, El camino de la lucha, Sororidad y Ni una más.
El recorrido inicia con una instalación titulada “Los instrumentos de la violencia”, que consiste en una serie de objetos que a primera vista podrían parecer aleatorios, pero en realidad se trata de objetos que se convierten en armas de agresión: una silla, un par de tijeras, una lámpara, una licuadora, un teléfono celular, desde donde también se comete violencia digital.
“Descontextualizados de su espacio, todos estos objetos pueden ser potenciales para violentar a una mujer. Con esto pretendemos que el visitante se impacte y entienda que la violencia está en todos lados, que todos podemos ser victimarios y todas podemos ser víctima”, dice en entrevista Linda Atach, directora de exposiciones temporales del Museo Memoria y Tolerancia.
En las siguientes salas se muestran las consecuencias físicas de la violencia, con una serie de fotografías de mujeres con maquillaje para simular moretones (el montaje fue hecho con el fin de no revictimizar a ninguna mujer que ha padecido heridas reales); en otro espacio se abordan las violencias ímplicitas. Se tratan de casos y situaciones en las que la agresión no se identifica a primera vista, como la hermana mayor obligada a cuidar a sus hermanos menores, la joven que por falta de información no puede ir a la escuela cuando tiene su periodo, entre otros.
Después hay un laberinto de espejos, donde los visitantes pueden escuchar los prejuicios a los que se enfrentan las mujeres, por ejemplo, una persona que alcanza éxito en el trabajo porque sostiene una relación sexual con el jefe o que debe ser femenina para atraer a alguien pero si usa faldas cortas es para exhibirse. Este camino lleva a una proyección sobre cómo a lo largo de la historia se formó la idea de que la mujer era el “sexo débil”, para finalmente dirigir a un espacio de reflexión en el que se plantea que no es culpa de la persona el crecer bajo esta estructura, pero que sí es su responsabilidad ejercer acciones para desaprender los roles de género.
“Cuando usas el terror, dejas de comunicar. La impresión dolorosa pasma al visitante, porque los humanos nos protegemos del mal. Por eso jamás verás una foto que visibilice violencia, porque eso impide el aprendizaje y el acceso a la información”, explica Atach sobre la forma en que la muestra plantea el tema de violencia de género.
Ya en las últimas salas del recorrido, se plantea el tema de la violencia en los espacios públicos, se invita a imaginar la ciudad ideal libre de violencia y concluye con una ofrenda a víctimas de feminicidio.
En la muestra hay trabajos de fotógrafas como Sashénka Gutiérrez, Andrea Murcia, Marisol Cid y obras de artistas como Lourdes Almeida, Marietta Bernstorff, Zeltizin Nieto y la Colectiva Hilos, conformada por madres buscadores que hacen bordados de protesta.
La exposición “¡Nos queremos libres y seguras! Levantamos la voz”estará abierta al público hasta junio de 2025.